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miércoles, 23 de enero de 2013

Composición: compuestos de nombre y adjetivo, compuestos de verbo y nombre



Compuesto de nombre y adjetivo

La composición de un nombre y un adjetivo puede dar lugar tanto a compuestos nominales como compuestos adjetivales.

Compuestos nominales y adjetivales N-A, A-N y N+A

La mayoría de los compuestos que responden al esquema N-A es atributiva, pues el adjetivo designa una propiedad del nombre que constituye el núcleo del compuesto (aguamarina, aguardiente, camposanto, caradura). 
También resultan atributivas algunas construcciones con el adjetivo en primera posición (altavoz, buenandanza, buenaventura, malnutrición, extremaunción). 
En ciertos casos la grafía, y consecuentemente la distinta naturaleza de los compuestos que se forman con las mismas palabras, acarrean significados distintos (agua fuerte = 'disolución de ácido nítrico'; aguafuerte = 'estampa'). Relacionado con esto, se prefiere guardamarina para designar a una persona, antes que guarda marina. También resulta preferible emplear guardiacivil para designar a un individuo, aunque se admite guardia civil y Guardia Civil para designar a la institución. 
De igual modo, el esquema A-N puede dar lugar a compuestos adjetivales (grancanario, altoaragonés).
Un grupo limitado de compuestos que responden al esquema N-A presentan el núcleo a la derecha, mostrando, muchos de ellos, una relación argumental entre el nombre y el adjetivo (drogadicto, acidorresistente, catalanohablante, drogodependiente, radioaficionado).
Muchos de los compuestos que responden al esquema N+A designan a individuos. En estos compuestos sintagmáticos el nombre se refiere a una parte o un componente del cuerpo (cabeza rapada, cara bonita, piel roja), una prenda de vestir (camisa roja, cascos azules). El número y el género de estos compuestos se muestran independientes del número y género del sustantivo que los encabeza. Se comportan en este sentido como nombres comunes en cuanto al género, lo cual favorece su interpretación como compuestos, alejándolos de las locuciones nominales.

Adjetivos compuestos según la pauta N-i-A 

Entre todas las pautas compositivas que unen adjetivos y sustantivos la que aquí se estudia resulta la más productiva. Un gran número de estos compuestos son adjetivos que se predican de nombres de persona o de animales (cariacontecido, narilargo, ojizarco, pernilargo). Los adjetivos de estos compuestos presentan los mismo atributos gramaticales del grupo nominal del que se predica el compuesto, y no del sustantivo contenido en este. 
Este tipo de compuestos suelen ser considerados endocéntricos, con núcleo a la derecha. No obstante, algunos autores los consideran exocéntricos pues a su parecer el adjetivo solo denota indirectamente una cualidad de la persona o del animal al que se le atribuye la propiedad que estos designan (Una persona pelirroja no es una persona roja, sino una persona con el pelo rojo).

Compuestos de verbo y nombre

El esquema V-N es el modelo más productivo de entre los que dan lugar a compuestos propios. Da lugar a un gran número de compuestos nominales que designan, además de otra nociones menos sistemáticas, agentes o instrumentos.

Estructura morfológica de los compuestos V-N

No está totalmente claro el carácter endocéntrico o exocéntrico de este tipo de compuestos. Se asimilan a los primeros en cuanto resultan altamente productivos y en que poseen un significado transparente. No obstante, estos compuestos son sustantivos que se forman a partir de verbos y su significado es parcialmente predecible en función del significado de sus componentes.
Por otro lado, se acercan a los compuestos exocéntricos al contar con un género y un número independientes de los que presenta el sustantivo que contienen. 
Este tipo de compuestos mantienen la vocal temática del presente de indicativo. Aquellos pocos que se forman sobre una base imperativa no se consideran propios de este tipo.

Características léxicas de los compuestos V-N

La mayoría de estos compuestos se forman con verbos transitivos de acción (cortaplumas, guardarropa, pintalabios), o con verbos que pueden funcionar tanto como transitivos o como intransitivos (rompeolas, hierbeleches).
La forma más frecuente es la que presenta en el segundo elemento el complemento directo del verbo que ocupa la primera posición (aparcacoches, pasatiempo, quitaesmalte, giradiscos). En algunos casos el sustantivo refiere el complemento de régimen de los verbos (guardabarros, parachoques, guardapolvos, parabrisas). Ya sumamente escasos son aquellos compuestos en los que el sustantivo puede ser interpretado como el sujeto del verbo al cual acompañan (vuelapié, vuelapluma).
El sustantivo, que supone el segundo elemento de los compuestos V-N, aparece en plural si son contables (afilalápices), aunque existen algunas excepciones (girasol, portafusil, portaestandarte). Otro grupo admite las dos formas al usarse en singular (cortafuego(s), matarrata(s), guardabarrera(s), portaequipaje(s), taparrabo(s)). Si el sustantivo es no contable, lo habitual es que aparezcan en singular (cortacorriente, portaleña, tragaluz). Sin embargo, también entre estos se encuentran alternancias (guardafango-aguardafangos, guardarropa-guardarropas, pasapuré-pasapurés). En un pequeño grupo el compuesto singular y el plural hacen referencia a significados distintos (buscapié = 'pretexto', buscapiés = 'cohete', catavino = 'vaso', catavinos = 'persona').
La mayoría de estos compuestos designan utensilios, instrumentos y prendas de vestir (cubrecama, cazamariposas, limpiacristales, guardapolvo). También designan individuos (aparcacoches, portavoz, limpiabotas, guardabosques). Unos pocos designan acciones, procesos, ciertos golpes y juegos (besamanos, soplamocos, pasapalabra, correcalles).

Composición: compuestos de doble sustantivo y compuestos de doble adjetivo

Antonio Azorín, Pipa para gemelos

Compuestos de doble sustantivo

Compuestos N-i-N, N-N y N+N no atributivos

Son varios los compuestos propios que se forman combinando dos sustantivos, con o sin vocal de enlace (telaraña, carricoche, coliflor). Los que presentan vocal de enlace suelen ser coordinativos y los que no cuentan con ella subordinativos. Estos últimos suelen presentar el núcleo a la izquierda (bocacalle, telaraña).
El plural de los compuestos propios se forma sobre el segundo elemento, sea o no el núcleo. Sin embargo, los compuestos sintagmáticos suelen flexionar el núcleo manteniendo invariable el otro segmento (coches cama, ciudades dormitorio).

Compuestos N+N atributivos

El segundo miembro de estos compuestos aporta alguna propiedad particular de la entidad designada por el núcleo (corbata mariposa [forma], bebé probeta [origen], buque escuela [función]). Si el núcleo es un color el segundo segmento lo matiza (rosa palo).
Muchos de estos compuestos se forman con sustantivos que se interpretan como exponentes de ciertas cualidades prototípicas (problema clave, situación límite, alumno modelo, examen relámpago, experiencia piloto).

Compuestos de doble adjetivo

Compuestos A-i-A

Son muchos los compuestos propios que se forman uniendo dos adjetivos. La pauta más productiva es la que combina dos adjetivos de color (aurinegro, albiceleste, blanquiazul, rojinegro). Con ellos se suele designar colores superpuestos de manera contigua o en patrones alternantes. Por el contrario, otros patrones que comparten este esquema, hacen referencia a cierta propiedad resultante de mezclar o combinar otras dos (tontiloco, agridulce, anchicorto).

Compuestos A-A y A+A

Estos esquemas resultan muy productivos con adjetivos relacionales que aluden a la conjunción de los dos ámbitos a los que se hace referencia (audio visual, físico-químico, político-económico). Destacan los formados con gentilicios (angloárabe, luso-brasileño). En no pocas ocasiones los mismos adjetivos dan lugar a dos compuestos, uno univerbal y el otro sintagmático (maxilofacial, maxilar-facial). En el caso de los compuestos propios el primer miembro del compuesto puede acortarse suprimiendo la terminación y añadiendo -o- (afroamericano, bucofaríngeo, espaciotemporal, verbonominal), pero también es posible que que no exista reducción y se añada solamente -o- (alemanoespañol, catalanoparlante) o que se empleen bases supletivas (angloespañol, galaicoportugués, hispanoitaliana).
Se recomienda el uso de compuestos sintagmáticos, separados por guión, cuando los miembros del compuesto mantienen sus terminaciones y cuando los miembros mantienen su denotación de manera independiente (contienda hispano-americana, literatura hispanoamericana).
Los compuestos A-A suelen ser coordinativos y, por lo general, relacionales. No obstante, existe un grupo de compuestos propios formados por adjetivos calificativos (blancoamarillento, negroparduzco). En este caso, a diferencia de lo que ocurría con los adjetivos de color que respondían al esquema A-i-A, el tono designado por estos compuestos denota la mezcla de colores.

martes, 22 de enero de 2013

Composición: estructura interna de los compuestos


Aspectos morfológicos y sintácticos

Los compuestos no admiten modificadores que afecten solamente a uno de sus componentes ni tampoco procesos de derivación exclusivos de uno de ellos. No obstante, un pequeño grupo de compuestos sintagmáticos formados por dos sustantivos admiten un morfema apreciativo, casi siempre en el primer miembro (cabecita loca).
Por otra parte, los pronombres no suelen formar parte de los compuestos. Representan una excepción un pequeño grupo de palabras compuestas en los cuales el pronombre carece de antecedente y que no responden a pautas morfológicas estables (metomentodo, nomeolvides, sabelotodo).
Tampoco resulta habitual, aunque se da en determinadas áreas geográficas, la coordinación de las bases léxicas de los compuestos con otros elementos. De este modo resultan agramaticales construcciones del tipo: *lavaplatos y tazas. Sin embargo, sí que parecen aceptar la coordinación aquellos compuestos sintagmáticos que se encuentran más cerca de las estructuras sintácticas apositivas (Es un momento clave y excitante en el sector).
No se consideran palabras compuestas, sino derivadas, aquellos compuestos que modificados por un afijo. En estos casos se da un proceso de composición>derivación (malhumorar, sacapuntitas). De igual modo, nos encontramos con el proceso inverso, derivación>composición, cuando el compuesto se forma sobre una palabra derivada (cazabonbardero, hispanohablante). Es importante que la representación de la estructura de la palabra manifieste claramente estas diferencias: [saca-punt][itas]; [caza-bombard[ero]].
La parasíntesis es una forma híbrida de composición y de derivación que se produce cuando no existen por sí solas ni la palabra derivada ni la compuesta (mileurista, pordiosero, quinceañero, ropavejero, sietemesino). En estas palabras suelen reconocerse solamente dos componentes [pordios][ero].
Otra opción, estudiada en la prefijación, es la consideración más amplia del concepto de parasíntesis. En este caso se consideran como palabras parasintéticas aquellas, como ciertos verbos, que incorporan a la base un afijo discontinuo [a[clar]ar].
En ocasiones los compuestos aparecen unidos por un elemento de enlace, normalmente la vocal -i-. Esto sucede tanto en los compuestos coordinativos como subordinativos (agridulce, subibaja, perniquebrar). En los compuestos formados por elementos de origen grecolatino se suele utilizar -o- si los términos son griegos o -i- si son latinos (cartógrafo, dermatólogo, apícultor, fraticida).

Aspectos fonológicos

Ya hemos visto que los compuestos univerbales cuentan únicamente de un acento principal, lo cual los distingue de los compuestos sintagmáticos que conservan el acento de los elementos que los componen. En el caso de los primeros es posible distinguir, además del principal, un acento secundario (decimoséptimo).
Igualmente, es posible descubrir cierta independencia fonológica en los componentes de los compuestos univerbales. Así, tal y como sucede con los sustantivos femeninos que comienzan con una /a/ tónica, los compuestos que cuentan con este tipo de sustantivos en su primer miembro se combinan con la variante el del artículo definido femenino (el aguamarina). Del mismo modo, la alternancia /o/-/ué/ o /e/-/ié/ que se produce en ciertos verbos, se mantiene cuando estos ocupan el primer lugar en una palabra compuesta (cuentacuentos, vierteaguas, duermevela).
En los compuestos nominales en los que se yuxtaponen dos vocales estas se mantienen, aunque se suelen fundir si son idénticas (aguardiente, quintaesencia). No obstante, no suele mantenerse la vocal final del primer miembro cuando nos encontramos con la vocal de enlace -i-.

lunes, 21 de enero de 2013

Composición: concepto


Las palabras compuestas

Se llama composición al proceso morfológico mediante el cual dos o más raíces forman una palabra compuesta o compuesto.
Resulta polémico establecer los límites entre las formas compuestas y otro tipo de construcciones como, por ejemplo, las palabras prefijadas, las locuciones o las construcciones en aposición. 
Para empezar, no se consideran en morfología sincrónica compuestos las combinaciones de adverbios, preposiciones y conjunciones (adonde, abajo, asimismo, aunque), ya que no se reconoce en ellos la independencia gramatical de los segmentos que proporciona su etimología. Tampoco son considerados compuestos, sino grupos preposicionales, conmigo, contigo y consigo, ya que, aún estando integrados en una sola palabra, desempeñan funciones propias de este tipo de grupos y es posible coordinarlos con ellos.
Sí se consideran compuestos, los relativos inespecíficos cualquiera, cualesquiera, quienquiera, quienesquiera, dondequiera, comoquiera y cuandoquiera.


Se distingues tres tipos de compuestos: los compuestos propios o univerbales, los compuestos sintagmáticos y los compuestos sintácticos. En el caso de los primeros, los componentes que los forman se unen en una sola palabra ortográfica y, por lo general, en un único grupo fónico (maniatar, maxilofacial). Cuando uno de los componentes de este tipo de compuestos, generalmente el primero, se encuentra acortado, se habla de compuestos acrónimos (cantautor). Los compuestos univerbales no llevan tilde en el primer segmento, de modo que se escribe acidorresistente en lugar de ácidoresistente.
Los compuestos sintagmáticos se forman con palabras que mantienen su autonomía gráfica y acentual. Este tipo de compuestos pueden aparecer separados por un guión o no (hispano-suizo, tren bala).
Son más problemáticos los compuestos del tercer tipo, puesto que parecen formar más bien parte de la fraseología que de la morfología. De manera general, consideraremos que estas construcciones son en la mayoría de los casos algún tipo de locución y no un compuesto.
En función de la relación gramatical que se establece entre sus segmentos constitutivos, los compuestos se pueden clasificar en coordinativos y subordinativos. Los primeros presentan una relación similar a la que en sintaxis se denomina coordinación (agridulce, carricoche, verdinegro) y en ella resulta muy productivo el esquema X-i-X. Por su parte, los compuestos subordinativos ponen en evidencia la relación de subordinación entre uno de los elementos, que es sentido como nuclear, y otro u otros que funcionan como modificadores o complementos (bocacalle, maldecir, matamoscas). Entre estos últimos es posible reconocer los llamados compuestos atributivos. Estos compuestos suelen estar formados por un sustantivo y un adjetivo que aporta alguna característica de la entidad designada por el nombre (camposanto, purasangre).
Una última clasificación de los compuestos responde a la existencia o inexistencia de un componente que funcione como núcleo dentro de los mismos. Los primeros son compuestos endocéntricos y los segundos compuestos exocéntricos. El núcleo de un compuesto caracteriza semánticamente y formalmente al compuesto (anglohablante, patilargo, hierbabuena, casacuna).
Al contrario de lo que sucede en los compuestos endocéntricos, en los exocéntricos las propiedades gramaticales y semánticas del compuesto no vienen determinadas por alguno de sus componentes, sino por el conjunto de ellos (piel roja).

Diferencias entre compuestos univerbales, compuestos sintagmáticos y locuciones

Para distinguir entre unidades compuestas y unidades gramaticales compuestas suelen emplearse una serie de criterios:

  1. Prosodia
  2. Flexión
  3. Composicionalidad
  4. Productividad
  5. Expansión y recursividad

El primer criterio nos permite diferenciar entre compuestos univerbales, que como hemos visto cuentan con un solo acento, y los compuestos sintagmáticos, que poseen dos.
EL segundo criterio sirve para delimitar las piezas léxicas. La mayor parte de los compuestos sintagmáticos solamente pluralizan uno de sus componentes. Cuando nos encontramos con formaciones que permiten tanto la pluralización de uno de sus elementos como de los dos (asuntos clave-asuntos claves) se suele considerar, en el segundo caso, que nos encontramos ante grupos sintácticos. No obstante, sí presentan doble plural los compuestos sintagmáticos coordinativos (droguerías perfumerías, relojes despertadores).
Las construcciones del tipo de: cabeza cuadrada, lengua larga o relaciones públicas resultan especialmente problemáticas. La existencia en estos casos de la llamada concordancia sistemática (un cabeza cuadrada-unos cabezas cuadradas) los asimila a las locuciones nominales. No obstante, al resultar comunes en cuanto al género, se acercan a los compuestos exocéntricos y se alejan de las locuciones, que tienen género masculino y femenino.
El tercer criterio hace referencia a la posibilidad de interpretar las unidades complejas a partir de la información presente en las unidades simples, así como en función de los principios combinatorios que las integran. Las locuciones suelen ser en este sentido bastante opacas mientras que los compuestos suelen resultar bastante transparentes.
El cuarto criterio está relacionado con el anterior. Por productividad entendemos el rendimiento que ofrece una determinada pauta gramatical. La productividad máxima corresponde a las unidades sintácticas. También son muy productivos ciertos esquemas compositivos como V-N o A-i-A. Por el contrario las locuciones nominales presentan una productividad mínima.
Finalmente, el criterio quinto establece una división tradicional entre la morfología y la sintaxis. Es propio de la sintaxis expandir un componente de una construcción o repetir linealmente una pauta  concreta. No obstante, es posible detectar cierta recursividad en algunos compuestos (limpiaparabrisas, hispanoangloamericano).

Prefijación: prefijos negativos, opositivos, de actitud favorable y adjetivales



Prefijos negativos

Denotan negación los prefijos cuyos derivados expresan la noción contraria a la expresada por la base. También son considerados de este modo los que aportan una noción de ausencia de una acción, propiedad o entidad y los que indican la inversión de una situación previa.

El prefijo in-

El prefijo in- presenta las variantes i- ante bases que comienzan por /l/ o /r/ e im- ante "b" o "p". Son numerosos los adjetivos formados de este modo que constituyen los antónimos de las bases sobre los cuales se forman (imposible, inválido, ilícito). Resulta menos productivo con bases verbales y nominales (imcumplir, insubordinar, impiedad, inacción). 
En las oraciones copulativas los adjetivos que admiten in- suelen combinarse con el verbo ser, mientras que los adjetivos que aceptan estar suelen rechazar este prefijo, salvo inconsciente.
Tampoco resulta habitual crear adjetivos con este prefijo sobre bases adjetivales relacionales. Son una aparente excepción inconstitucional, incivil o irreligioso, ya que en la práctica se interpretan como calificativos.
En ciertos casos, los adjetivos prefijados con in- corresponden a cultismos en los que este ya se encuentra incorporado. En estos casos caben dos posibilidades. O bien aceptamos una base supletiva que es posible identificar (informe, indoloro, impune), o bien no se analizan como prefijos desde un punto de vista sincrónico (impecable, intonso, ileso).
Es bastante frecuente que ciertos adjetivos derivados en -ble admitan la presencia del prefijo in-. En estos casos se considera que el prefijo se agrega al adjetivo [in[traducible]]. No obstante, un grupo de adjetivos formados con estos mismos componentes admiten dos segmentaciones según sea el significado que se le otorgue al derivado. Así incomunicable puede ser analizado tanto como [in[comunicable]]; 'que no puede ser comunicado', o como [[incomunica]ble]; 'susceptible de ser incomunicado'. No obstante, y contra lo establecido la Nueva Gramática de la lengua española que aquí seguimos, el diccionario de la RAE solo admite una definición de este vocablo; exactamente la de 'no comunicable'.

El prefijo des-

Se crean numerosos nombres que denotan un valor opuesto al de la base o un sentido privativo (desempleado, desdicha). También se combina con bases adjetivas, en su mayoría vinculadas a participios (desafecto, descompuesto).
Este prefijo da lugar a esquemas parasintéticos des-N-ado, des-A-ado que crean numerosos derivados adjetivales.
En cuanto a los derivados verbales creados con des-, se distinguen cuatro interpretaciones posibles: ausencia (desconocer), cese o cancelación (deshabitar), acción contraria (descoser) o acción inadecuada (desinformar). No obstante, algún derivado puede aceptar varias de estas interpretaciones.
En ciertos casos los verbos del primer grupo no siempre expresan la mera ausencia de determinada acción, sino que a veces expresan también actuaciones intencionadas como desobedecer. Ciertamente existe cierto matiz de intencionalidad en verbos de este tipo pues no son exactamente sinónimos no obedecer y desobedecer
La interpretación de acción contraria, también llamada reversiva, presupone una acción previa denotada por la base, lo que no ocurre en la primera de las interpretaciones anteriormente vistas. En este sentido, el prefijo des- actuará, para dar lugar a esta interpretación, sobre verbos que expresen cambios de estado o de posición.
Respecto a este punto, debemos considerar en múltiples ocasiones cuál será la interpretación más adecuada de un determinado derivado, pues esta determinará la dirección y la naturaleza de los procesos derivativos que se han puesto en marcha. De este modo, en no pocas ocasiones resulta mucho más adecuado interpretar una estructura parasintética antes que dos procesos derivativos, uno de sufijación y otro de prefijación. Así, la interpretación de, por ejemplo, desaguar  no será reversiva, puesto que desaguar no es exactamente la acción contraria de aguar, sino que se corresponde mejor con la interpretación de 'quitar el agua' y, por lo tanto, con la segmentación des-agua-ar
Sucede lo mismo con toda una serie de verbos como desacreditar(se), descorazonar(se), desequilibra(se), desganar(se), deshabituar(se), deshonrar(se), desilusionar(se).

El prefijo a- y los prefijos negativos separables

El prefijo a- cuenta con la variante an- que se presenta ante bases que comienzan por vocal. Cuando se une a determinados adjetivos calificativos y a un amplio número de adjetivos relacionales expresa el concepto contrario al expresado por la base (anormal, atípico). También es frecuente su interpretación privativa tanto en adjetivos, como en sustantivos (acéfalo, afasia).
Tiene también valor negativo el prefijo separable sin- que se combina con bases sustantivas para designar clases de personas (sin techo, sin ley).
También expresa 'ausencia' el prefijo separable no cuando va antepuesto a bases nominales deverbales (no agresión, no intervención).

Prefijos opositivos y de actitud favorable

Es un grupo reducido el de los prefijos que muestran la actitud hacia algo o finalidad con que se realiza una determinada acción. Expresan oposición anti- o contra- y denota actitud favorable pro-
El prefijo anti- se usa en bases nominales y sobre adjetivos relacionales (antiaborto, antiácido, antialérgico). Es posible una doble interpretación en adjetivos como antifascista, que puede significar tanto 'lo opuesto a lo + adjetivo' o bien 'lo opuesto al N-ismo'. 
Por su parte, la pauta anti-N ha dado lugar a adjetivos (o bien sustantivos en aposición) con ciertos nombres abstractos o con las bases nominales de lo que se pretende evitar o prevenir, muchas de ellas terminadas en -nte (reglas antisubsidios, antiaéreo, anticongelante).

Prefijos adjetivales

Este tipo de prefijos aportan un significado similar al de los adjetivos. De hecho, estos prefijos suelen considerarse como elementos compositivos, si bien es posible asimilarse al grupo de los prefijos si se les asigna un estatuto especial dentro de esta categoría. Forman parte de este grupo:
  • neo-, equiparable a nuevo (neogótico).
  • paleo-, la entidad designada por el sustantivo al que antecede se manifiesta en su faceta más antigua o más temprana (paleocristiana).
  • para-, la expresión denotada por la base no debe ser considerada en su sentido estricto (paraciencia).
  • pseudo-, hace referencia a variantes o versiones falsas, fraudulentas o fingidas de la noción denotada por la base (pseudocientífico).
  • homo-, igualdad entre dos entidades en relación (homogéneo).
  • hetero-, diferencia entre dos entidades en relación (heterónimo).

jueves, 17 de enero de 2013

Generación del 27


Concepto y nómina de la Generación del 27


Con el término Generación del 27 hacemos referencia a un grupo de escritores de extraordinaria calidad que crean sus obras más significativas entre 1920 y 1939. Estos autores supieron dar una solución felicísima a las ansias de renovación estética que se dejarían sentir en toda Europa durante la década de los años veinte del pasado siglo.
Pasada la guerra europea un renovado optimismo, fruto en parte de la bonanza económica, inundará Europa. En lo literario, el Modernismo se encontraba definitivamente superado y su lugar será ocupado por una literatura de "evasión" que se caracterizará por una poética despreocupada y alegre. 
Este periodo durará, aproximadamente, hasta 1930, cuando la crisis económica provocada por el "crack" de la bolsa neoyorkina en 1929 finiquita el mencionado optimismo. La literatura se volverá entonces más humana, perdiendo extremosidad y explorando nuevos caminos.
No obstante, el término de Generación del 27 no deja de ser polémico. Diferentes autores han propuesto diferentes etiquetas para designar a este grupo de escritores. Membretes que van desde el poco afortunado de Generación de la dictadura hasta el bucólico Generación de la amistad.
Un sector de la crítica, en el cual podemos incluir a Vicente Gaos (estudio preliminar a Antología del grupo poético de 1927), niega la existencia, al menos desde una perspectiva puramente historiográfica, de esta Generación. Desde su punto de vista este grupo no cumple estrictamente el primero de los presupuestos establecidos por Julius Petersen (Generaciones literarias) para las generaciones literarias: coincidencia cronológica.
Efectivamente, tal y como apunta Gaos, una nómina amplia y exhaustiva del grupo excede los diez años propuestos por Petersen como límites cronológicos entre el nacimiento del miembro más veterano y el del más joven de una generación. Pedro Salinas nace en 1891 y catorce años después nacerá Manuel Altolaguirre. A esto añade Gaos la ausencia de una personalidad poderosa dentro del grupo que ejerza el papel de jefe espiritual, aunque no puede negar la labor directriz ejercida por autores como Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna o José Ortega y Gasset. Tampoco dice nada Gaos de los otros seis puntos establecidos por Petersen en el mencionado estudio (al cual prudentemente no hace mención) y que sí parecen ajustarse al caso que nos ocupa. 
Revista Verso y Prosa
El segundo punto propuesto por Petersen nos habla de la necesidad de que todos los miembros cuenten con una formación semejante. En el caso de los miembros de la Generación del 27, la mayoría de ellos cuentan con formación universitaria y algunos se dedicaron de manera profesional a la enseñanza de la literatura. También parece cumplirse el tercero de los puntos, ya que efectivamente existió una relación personal entre los miembros del grupo, la cual en algunos casos fue estrecha y provocó una profunda y duradera amistad. De igual modo, los poetas del 27 participaron en actos colectivos de manera conjunta. Ya resulta tradicional citar los actos celebrados en Madrid y Sevilla en 1927 para conmemorar el tercer centenario de la muerte de Góngora, pero en modo alguno este será el único. Además de compartir las páginas de las revistas literarias de la época, los poetas de esta generación compartieron recitales y conferencias a lo largo de estos años.
En lo que se refiere a la existencia de un acontecimiento generacional compartido, la crítica suele centrarse en los actos celebrados en conmemoración del tricentenario de la muerte de Góngora que acabamos de citar. Calibrar la importancia de los mismos, los cuales por otro lado dan apellido a la Generación, resulta complejo. La celebración de estos actos, entre lo académico y lo bufo, sirvieron para evidenciar la comunión entre los poetas del grupo nuclear de la Generación y el poeta barroco, comunión esta sustentada sobre la común búsqueda de un lenguaje estrictamente poético. Por lo tanto, estos actos son más el reflejo de una actitud estética, en parte compartida, que un acontecimiento generacional tal y como lo entiende Petersen y, si es cierto que el membrete triunfó y los actos en cuestión cobraron la importancia que se les atribuye, esto se debe a la madurez poética que por estas fechas había alcanzado el grupo y no por los actos en sí. 
Pedro Garfias
En cuanto a la existencia de un lenguaje generacional, debemos admitir que los miembros de la Generación participaron de diferentes tendencias poéticas. No obstante, en todos ellos latía un ansia de innovación y originalidad que, contra lo que cabria esperar, no resultaba incompatible con el respeto a los poetas más cercanos en el tiempo (Unamuno, Antonio y Manuel Machado) y hacia aquellos otros que conforman la tradición literaria clásica y popular (Béquer, Lope de Vega, Góngora, Manrique, el Romancero...).
Esta simbiosis entre innovación y tradición, imposibilita que se cumpla el último de los puntos establecidos por Petersen. En modo alguno los miembros del 27 rechazan a la generación anterior y si, en algún momento, se produjeron puntuales confrontaciones, estas no excedieron los límites de la impostura vanguardista tan en boga por estas fechas.
José María Hinojosa
Como podemos apreciar, cinco de los puntos propuestos por Petersen se cumplen en este caso con absoluto rigor. Uno de los restantes, el referido al acontecimiento generacional común, se cumple en parte y otro, el que se ocupa de la edad de sus miembros, se cumple si la nómina de la Generación se reduce al que podemos denominar su "sector duro" (Salinas, Aleixandre, Diego, Guillén, Lorca, Cernuda y Alberti). No obstante, opinamos, con Pedraza y Rodríguez Cáceres (Las épocas de la literatura española) que reduciendo de este modo la nómina de los escritores que forman la Generación solo contribuimos a perpetuar una injusticia en la que desde hace tiempo viene incurriendo la crítica. No es posible silenciar sin sonrojo la poderosa voz poética de autores como Altolaguirre o José María Hinojosa, y mucho menos la de aquellos autores que como Pedro Garfias o Emilio Prados formarían parte de esta generación tanto por derecho de nacimiento como por calidad poética. Considerar que los poetas del 27 forman un mero grupo y no una generación implica obviar, como apunta Juan Manuel Rozas (El 27 como generación), a toda una serie de corrientes poéticas regionales (24) que contribuyeron a enriquecer de manera portentosa el panorama cultural hispano de estos años. De esto no debemos deducir que no existiese realmente un grupo central formado, en opinión de Rozas, por Salinas, Diego, Alonso, Guillén, Lorca y Alberti. Este grupo nuclear, al que más tarde cabría añadir a Aleixandre y a Cernuda, establecería relaciones con los grupos regionales anteriormente mencionados y, todos ellos, conformarían la Generación del 27.
Consecuentemente, establecer de manera exhaustiva la nómina de esta Generación resultar una tarea ímproba puesto que hacerlo implicaría recoger más de un centenar de nombres y estar al tanto de su obra y milagros. La prudencia y la operatividad pedagógica aconsejan reducir un tanto esta tarea, procurando seleccionar de entre el grupo de autores que por rigor cabría incluir aquí, aquellos que por sus alta calidad poética merecen descollar del conjunto. De este modo, y siguiendo a Pedraza y Rodríguez (op.cit.), los  autores más destacados de esta generación, al menos en su vertiente poética, serían: Pedro Salinas (1891-1951), Jorge Guillén (1893-1984), Adriano del Valle (1895-1957), Rafael Laffón (1895-1978), Juan Larrea (1895-1980), Gerardo Diego (1896-1987), Federico García Lorca (1898-1936), Juan José Domenchina (1898-1959), Vicente Aleixandre (1898-1984), Emilio Prados (1899-1962), Guillermo de Torre (1900-1971), Pedro Garfias (1901-1967), Luis Cernuda (1902-1963), Rafael Alberti (1902-1999), Juan Rejano (1903-1976), José María Hinojosa (1904-1936) y Manuel Altolaguirre (1905-1959).
Un caso especial es el representado por Dámaso Alonso (1898-1990), activo colaborar del grupo nuclear de la Generación e inventor crítico del término "Generación del 27". Alonso no publicará su primera obra, Hijos de la ira, hasta 1944, cuando la Generación, si no había desaparecido, estaba en proceso de desaparición.

Guías y maestros

Como hemos señalado, la crítica parece coincidir al señalar los guías o maestros de esta Generación. Los tres nombres que presentamos a continuación, no obstante, no serán las únicas influencias que recibirán estos poetas. Se ha visto ya que estos autores no rompen con la literatura anterior, ni la cercana ni la lejana, y sería posible incluir en este epígrafe a otros escritores que de un modo u otro determinaron el quehacer poético de los miembros de la Generación del 27. Sin embargo, como en otros muchos casos, la necesidad de síntesis nos obliga a seleccionar a aquellas voces que de forma más poderosa  llegaron a influir en la trayectoria literaria del conjunto. Sirva esta breve aclaración para mostrar la complejidad del bosque, aunque nos demoremos un tanto en la contemplación de los árboles más vigorosos del mismo.

Ramón Gómez de la Serna

De la Serna ejercerá como guía de la Generación de tres maneras complementarias. Por un lado, su labor como difusor de las nuevas literaturas de Vanguardia acercará a los jóvenes autores a las corrientes literarias que por entonces triunfaban en Europa. Esta tarea la llevará a cabo básicamente desde las páginas de la revista Prometeo, publicación que también serviría para dar difusión a algunos de los escritos más tempranos de la Generación. Finalmente, Ramón Gómez de la Serna les proporcionaría a los autores de esta Generación su propio modelo creativo.

Juan Ramón Jiménez

El poeta de Moguer ejercería activamente la función de promotor de la nueva literatura. Además se trataba de una figura literaria de primer orden muy respetada. Su concepción de la poesía, especialmente de la poesía pura, influirá decididamente en algunos de los miembros de esta generación. De igual modo, se encargaría de difundir las obras de los jóvenes poetas en las revistas literarias en las cuales participa y en aquellas otras que dirige.

José Ortega y Gasset

Existirá una coincidencia ideológica entra la nueva estética y la concepción del arte de Ortega y Gasset. Esta comunión se evidenciará en La deshumanización del arte (25), obra de filosofía de la cultura que si bien solo pretendía analizar las características del nuevo arte, deja entrever la simpatía que el filosofo sentía por el mismo. De igual modo, este texto ejercería una poderosa influencia en la literatura de los poetas de la Generación del 27.
También resultará decisiva la labor de difusión de la nueva literatura llevada a cabo por Ortega y Gasset desde la dirección de la Revista de occidente.

Evolución estética

Entre 1918 y 1936 son múltiples las tendencias estéticas que se suceden, y en ocasiones se solapan, en el panorama literario hispano. Como resultado de esta situación, los autores que estudiamos no se anclarán a una única corriente y en varios de los representantes más destacados de la Generación aflorarán con intensidad varias de ellas.
Otra característica común a toda la Generación es que esta procurará sintetizar los movimientos de Vanguardia con  la tradición literaria. Entre los modelos del pasado más inmediato estarán, como hemos visto, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Gómez de la Serna, Ruben Darío o los hermanos Machado. Admirarán también a Bécquer y, por supuesto, a Góngora, Quevedo, Lope y Manrique. También sabrán ahondar en la poderosísima vena de la lírica popular, siguiendo la senda abierta por Antonio Machado Álvarez, padre de los Machado.
De fuera de nuestras fronteras también será evidente la influencia de autores como Mallarmé, Rimbaud, Walt Whitman, Valéry, Barrès, Proust, Marinetti, Apollinaire, Tzara, Breton o Aragon.

Vanguardias hispanas

A partir de de los años veinte se dejará sentir en España el influjo del Ultraismo. Aunque este movimiento  vivió básicamente en revistas, dará también origen a todo una serie de libros de gran calidad, entre los cuales es necesario citar Imagen (1922) y Manual de espumas (1924) de Gerardo Diego y El ala del Sur (1926) de Pedro Garfias.
El Ultraismo se volverá más denso al entrar en contacto con el Creacionismo de Vicente Huidobro. Entre las creaciones más destacadas de esta corriente podemos referir Biografía incompleta (ed. tardía 1952), Gerardo Diego, o la revista creada por Cesar Vallejo y Juan Larrea Favorables París Poema.
En ciertas ocasiones, esta literatura de Vanguardia se contagiará de la poesía tradicional y neobarroca, tal y como ocurre en Signo + de Rafael Laffón. En otros casos el lenguaje vanguardista se convierte en la plataforma sobre la cual los poetas irán construyendo su genuina voz poética: Segura azar (1929) y Fábula y signo (1931) de Pedro Salinas.

Poesía de inspiración clásica

La poesía de los Siglos de Oro se convertirá en el germen de una nueva corriente estética que encontrará en la misma su fuente principal de inspiración. Al surgimiento de esta poesía contribuirá tanto la celebración del tricentenario de la muerte de Luis de Góngora, como los presupuestos estéticos recogidos por Ortega y Gasset en La deshumanización del arte, los cuales establecían evidentes puntos de conexión entre el nuevo arte y el poeta cordobés (26), como, por ejemplo, la preocupación por el dominio formal del lenguaje y el uso intenso de metáforas.
Surge de este modo una poesía en la que dominan los metros tradicionales (sonetos, décimas, romances) pero que no duda en tomar los motivos y las técnicas de la Vanguardia. En ciertas obras predomina un buscado virtuosismo como en Cal y canto (1929) de Rafael Alberti o una intención humorística como en Fábula de Equis y Zeda (1935) de Gerardo Diego. En otros autores, como Federico García Lorca, Sonetos del amor oscuro (1927-1928), el influjo gongorino les servirá para dar expresión a una soterrada pasión.
Pero Góngora no será el único autor que influirá en la poesía de los autores del 27. Garcilaso de la Vega influirá decisivamente en Égloga, elegía, oda (1927-1928) de Luis Cernuda y crucial será para Gerardo Diego la voz poética de Lope de Vega en Versos humanos (1925), Alondra de verdad (1941) y Ángeles de Compostela (1941).

Poesía pura

Domenchina
La poesía pura pretendía eliminar del discurso poético las anécdotas, las exposiciones programáticas, los juegos conceptuales, la intención moralizante..., es decir, todo aquello que no fuera poesía. Se trata de crear un poesía esencial, autónoma y absoluta que se diferencia de el "arte por el arte", según Antonio Blanch (La poesía pura española) en que otorga menos importancia a la belleza sensible y se interesa más por el lenguaje y sus virtualidades, sometiendo a la palabra a sucesivas purificaciones hasta expresar la esencia de la realidad. Experimenta, por lo tanto, una tendencia a la sobriedad, resaltando la importancia de la palabra en cuanto medio de expresión de esa esencialidad objetiva, otorgándole un lugar destacado, muchas veces aislada en el propio verso.
Dentro de los precursores hispanos de este tipo de poesía podemos incluir a Bécquer y a los hermanos Machado. En estos autores es posible reconocer intentos de depuración lírica, aunque será la poesía pura la que se encargará de eliminar del poema cualquier resabio sentimental sustituyéndolo por un componente netamente intelectual.
En España, Juan Ramón Jiménez inaugurará esta corriente en 1917 con Diario de un poeta recién casado, camino que continuará en Eternidades, Piedra y cielo (1918) y Poesía y Belleza (1923).
Entre los miembros de la Generación del 27 encontraremos epígonos de Juan Ramón como Feliciano Rolán, De mar a mar (1934), o autores de gran calidad como Juan José Domenchina, Dédalo (1932) o Jorge Guillén, Cántico (1928). Respecto a este último, su concepción de la poesía pura será mucho menos rigurosa. Para Guillén su obra será "una poesía compuesta, compleja, por el poema con poesía y otras cosas humanas. En suma, una poesía bastante pura ma non troppo" (Poesía española contemporánea).

Neopopularismo

Desde el último tercio del siglo XIX se venía constatando un progresivo interés por la literatura popular española. Importantísima en este sentido sería la labor del folclorista Antonio Machado Álvarez, padre de Manuel y Antonio Machado, pero sin duda el impulso definitivo a este tipo de estudios vendría de la mano de los filólogos Ramón Menéndez Pidal, Dámaso Alonso y del rinconcillista José Fernández Montesinos.
Esta novedosa fascinación crítica vino a coincidir felicísimamente con la aparición de dos poetas dotados con una extraordinaria facilidad para el empleo de los ritmos y recursos populares, estamos hablando de Federico García Lorca y de Rafael Alberti.
En Alberti lo popular se mostrará de manera pura, exento de toda anécdota y cargado de imágenes sorprendentes cercanas a lo onírico. Las obras más destacadas de este periodo serán Marinero en tierra (1924), La amante (1925) y El alba del alhelí (1927).
Lorca, por su parte, cargará lo popular con un halo trágico de pasiones y premoniciones en Canciones (1927), Poemas del cante jondo (1921) y Romancero gitano (1928); libro este último en el cual lo narrativo cede terreno ante las imágenes de tendencia surrealista que buscan encarnar las pasiones y las preocupaciones más íntimas del poeta (una sexualidad agónica y reprimida así como la muerte).

Entre la poesía pura y el neorromanticismo

Encontramos entre las producciones poéticas de esta generación un conjunto de composiciones que aspiran a expresar las vivencias más intensas de sus creadores. Para ello emplearán una expresión esencial, depurada y, en no pocas ocasiones, marcadamente intelectual. Estos poemas se acercan a las pasiones sin excesivos aspavientos, optando por la visión concreta de los mismos pero sin renunciar a la trascendencia.
Es una poesía que se muestra conceptual y formalmente heredera de la poesía pura. Sin embargo, su tratamiento de la subjetividad, tan propio del Romanticismo, hace que se distancie de sus presupuestos teóricos básicos.
Entre los textos más representativos de este tipo de poesía podemos citar Cuerpo perseguido (1927-1928), Emilio Prados; Donde habite el olvido (1932-1933), Luis Cernuda; La voz a ti debida (1933) y Razón de amor (1936), Pedro Salinas.

Surrealismo

Pocos son los autores de la Generación del 27 que pueden ser considerados como plenamente surrealistas. A caso merezca esta denominación el José María Hinojosa de La flor de California (1928) o el Juan Larrea de Versión celeste (ed. tardía 1969). El resto de autores que se acercaron al surrealismo lo hicieron con una intención instrumental.
La inmensa mayoría de los autores del 27 que utilizaron técnicas surrealistas las usaron como herramientas que les posibilitaban hacer aflorar en el poema su intimidad. En estas obras desaparecerá, al menos hasta cierto punto, el componente irracional que caracteriza al movimiento. Es posible descubrir en las creaciones de estos poetas una voluntad creativa que da orden y, lo que es más importante, intención al conjunto.
Rafael Alberti en Sobre los ángeles (1929) empleará las técnicas surrealistas para dar salida a su rebeldía y a la desorientación vital que experimenta. En Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929) empleará un tono humorístico y absurdo.
Federico García Lorca escribirá en 1929 uno de los libros de mayor altura de la poética surrealista. En Poeta en Nueva York (ed. postuma 1940) Lorca plantea una reflexión crítica sobre la realidad social de su tiempo poniendo el acento sobre el poder destructivo del mundo industrializado. En su caso, el Surrealismo le permite mostrar la amenaza colectiva y personal que presiente en la sociedad moderna.
Por último, las técnicas surrealistas y el neorromanticismo se unirán en ciertos autores para cantar al amor: Espadas como labios (1932), La destrucción o el amor (1935) ambos de Vicente Aleixandre; Los placeres prohibidos (1931) de Luis Cernuda.

Poesía comprometida

Las dificultades económicas y políticas por las que pasa Europa y España en la década de los treinta del pasado siglo hace que surja una poesía comprometida con ciertas ideologías políticas. El caso más destacado es el de Rafael Alberti que entre 1931 y 1935 dará forma al poemario El poeta en la calle.
El estallido de la guerra civil en 1936 supuso la radicalización de esta tendencia. Se crea durante la guerra una poesía de urgencia y circunstancia con más valor publicitario que poético.

Etapas de la Generación del 27

De manera general podemos considerar que la Generación del 27 pasa por tres etapas:

  • 1921-1928. Durante esta etapa se publican los primeros libros de sus miembros. Se caracterizará por la riqueza y multiplicidad de tendencias.
  • 1929-1939. Los autores de la Generación pasan por sus respectivas crisis vitales que coincidirán en el tiempo con la crisis que está viviendo Europa y España. El Surrealismo influirá decisivamente y la poesía se vuelve impura, contaminándose de todo lo humano. 
  • Después de 1939. La guerra provoca la dispersión de la Generación. Algunos de sus miembros mueren, otros se ven abocados al exilio y otros permanecen en España. Esto supondrá la extinción de la Generación en cuanto fenómeno literario. Desde este momento los supervivientes emprenderán sus propios caminos.
Algunos ejercicios sobre la Generación del 27


Algunos audios sobre la Generación del 27







Un esquema:


jueves, 10 de enero de 2013

Prefijación: prefijos de incidencia argumental, cuantificativos, gradativos y escalares



Prefijos de incidencia argumental

Se denominan de este modo los prefijos que tienen repercusión en la estructura argumental de los predicados o en la relación que se manifiesta entre sus argumentos. Veamos detenidamente las nociones que pueden expresar.

Reflexividad

El prefijo auto- aporta a la base a la cual se adjunta un significado reflexivo, añadiendo un matiz enfático, al  subrayar que el referente del sujeto ejerce la acción por sí solo y sin la ayuda de nadie, si este se aplica a verbos pronominales que ya tienen valor reflexivo (autocrítica, autolesionarse).

Reciprocidad

El prefijo inter- y su variante patrimonial entre- pueden aportar un valor de reciprocidad al combinarse con verbos (extraños viandantes interactúan con cuantos viandantes salen a su paso). Este prefijo puede combinarse tanto con verbos transitivos como intransitivos.
En aquellos contextos en los cuales su presencia no resulta imprescindible aporta un matiz enfático (se entrecruzan mensajes).
Este prefijo, en su interpretación recíproca, no suele combinarse con nombres eventivos no deverbales (*intercontrol), aunque si que suele resultar muy productivo al combinarse con adjetivos relacionales (interdepartamental, interinsular).

Asociación

El prefijo inter- suele imponer un requisito de pluralidad a los adjetivos denominales a los que se antepone. Algo similar ocurre con el intra- que forma adjetivos relacionales a partir de sustantivos que designan cosas compuestas de diversos elementos (turismo intranacional, conflicto intrafamiliar).
El prefijo co- y sus variantes con- y com- dan lugar a predicados colectivos o simétricos (coeditar). Cuando un derivado formado con este prefijo es seguido por un grupo preposicional que expresa 'acción o situación conjunta', se produce una redundancia con-V...con que aporta énfasis (Coeditó el texto con ella). Cuando este prefijo se combina con sustantivos, expresa que la noción denotada por la base es compartida por otros individuos (coproducción, codirector,coautor).

Prefijos cuantificativos, gradativos y escalares

Los prefijos cuantitativos se asocian a las nociones de cantidad o número, los escalares con la noción de escala, orden o jerarquía y los gradativos con la de grado.

Prefijos cuantificativos

Estos prefijos pueden alterar la categoría de la base a la cual se adjuntan (multicolor, monosílabo, bisílabo) y suelen contar con correlatos en el grupo de los adjetivos y los adverbios cuantificadores de valor indeterminado. Otros, en cambio, aportan el significado propio de los numerales.
Se identifican con los adjetivos y adverbios cuantificadores los prefijos multi- y pluri-, que se suelen combinar con adjetivos relacionales o con otros que se asimilan a este grupo que están formados sobre bases nominales (multifocal, plurinacional, plurilingüe, multicolor).
El prefijo poli-, que se asimila al cuantificador varios, se combina con adjetivos y sustantivos formados sobre bases griegas, aunque, actualmente, su uso se ha extendido y suele operar sobre adjetivos patrimoniales (políglota, polisemia, polideportivo).
Son muchos los prefijos que se asimilan a los numerales. Presentamos a continuación una tabla de equivalencias donde es posible estudiar los diferentes prefijos que, en cada caso, se emplean para expresar un numeral concreto:

NUMERALES
PREFIJOS
uno
mono-, uni-
dos
bi-, bis-, biz-
tres
tri-
cuatro
cuatri-, cuadri-, tetra-
cinco
penta-
seis
hexa-
siete
hepta-
ocho
octo-
nueve
enea-
diez
deca-
once
endeca-
doce
dodeca-


Los prefijos correspondientes a cardinales superiores a doce no son frecuentes en la lengua general.
Los llamados multiplicativos, denotan potencias de diez:

POTENCIAS
PREFIJOS
X diez
deca-
X cien
hecto-
X mil
kilo-
X millón
mega-
X mil millones
giga-
X billón
tera-


Prefijos fragmentarios:

FRACCIÓN
PREFIJOS
decima
deci-
centésima
centi-
milésima
mili-
millonésima
micro-
milmillonésima
nano-
El prefijo semi- puede adoptar una interpretación cuantitativa cercana al significado de medio (semicírculo). Un caso análogo es el representado por el prefijo hemi- (hemisferio).

Prefijos gradativos y escalares

Los prefijos gradativos miden el grado con el que se manifiesta una propiedad o ponderan la intensidad con la que tiene lugar una acción o un evento. Se asimilan a estos aquellos que establecen jerarquías o niveles en el interior de diversas escalas. Estos últimos prefijos reciben en ocasiones la denominación particular de escalares.
El sufijo super- es gradativo con ciertos adjetivos, adverbios y sustantivos (superblando, superbien, supercoche). Su variante patrimonial sobre- también puede adoptar este valor con bases verbales, adjetivales y nominales (sobredosis, sobrealimentar, sobrenatural).
El prefijo re- denota intensificación cuando se combina con ciertos adjetivos, participios adjetivales y un buen número de verbos (rebueno, redicho, rebuscar).
Tanto el prefijo ultra- como el prefijo archi- expresan grado máximo de una gradación. El primero se combina con adjetivos calificativos y relacionales y en determinadas ocasiones puede expresar exceso (ultracatólico, ultracivilizado, ultraconservador). La diferencia entre el concepto de grado máximo y la connotación de exceso no siempre está clara, sobre todo cuando se combina con ciertos sustantivos (ultraderecha, ultraviolencia).
Por su parte, el prefijo archi- suele combinarse con adjetivos calificativos y con participios en función adjetival (archiconocido, archidivertido, archifamoso).
El prefijo semi- puede dar lugar a una interpretación gradativa cercana a la de 'grado medio de una propiedad' (semidormido), pero también puede denotar una propiedad cercana a otra que no se llega a alcanzar plenamente (semianalfabeto). Los adjetivos formados con este prefijo pueden ser calificativos o relacionales.
El sufijo hiper- denota exceso (hiperactividad), mientras que infra- , que se combina con adjetivos, verbos y sustantivos, y el prefijo hipo- denotan insuficiencia (infrasalario, infravivienda, hipocalórico). No obstante, el prefijo más productivo para expresar insuficiencia es sin lugar a dudas sub-, el cual, combinado con verbos, contribuye a que denoten acciones que se dan en un nivel inferior al deseable o a expresar la falta de condiciones necesarias para que algo pertenezca a la clase de cosas denotadas por una base nominal (subdesarrollar, subcultura).
El prefijo sub- también permite formar sustantivos que designan rangos o niveles de una jerarquía que se consideran subordinados a otros (subteniente, subatómico). También expresa jerarquía el prefijo vice- (vicepresidente).

Contexto histórico de la generación del Novecentismo y las Vanguardias (1914-1939)




El breve periodo de tiempo comprendido entre 1915 y 1939 resultará especialmente convulso tanto en lo literario como en lo político.
En menos de un cuarto de siglo Europa asistirá al estallido de la guerra europea (1914-1918), al triunfo de la revolución rusa (1917) y al ascenso del fascismo en Italia (1922) y en Alemania (1932).
España, como no podría ser de otro modo, se convertirá en un espejo que, a un tiempo, asimilará el reflejo de lo que ocurre más allá de sus fronteras y devolverá a Europa la imagen de las graves tensiones que experimentaba en sus propias carnes y, que pronto, el continente habría de sufrir.

Los últimos estertores de la Restauración (1915-1923)

La Restauración, desde el Desastre de 1898, venía acumulando una serie de tensiones que, aderezadas por la inestabilidad política que sufría Europa, desencadenarían conflictos de compleja solución. Esto provocará que el sistema de alternancia política, imperante desde 1875, se tambalee.
Sin duda, los problemas nacionales, tales como la expansión colonial en Marruecos; la existencia de un ejercito anticuado, con excesivos mandos y mal preparado; el aumento de la población proletaria, con una creciente toma de conciencia de clase, y el auge de los regionalismos, contribuyeron a inestabilizar al régimen pero, sin embargo, fue el estallido de la guerra europea en 1914 el acontecimiento que más influiría en el comienzo del fin de la Restauración.
La guerra europea supuso para España el surgimiento de un mercado exterior ávido de mercancías. Su neutralidad le permitía abastecer a ambos bandos, y los industriales y grandes terratenientes no dejaron escapar esta oportunidad. España experimentará en estos años un importante desarrollo, pero este no dejó sentir sus bondades en todas las capas sociales por igual. La oligarquía propietaria acumuló los beneficios, sin redistribuir los mismos entre los sectores más amplios de la sociedad española. De este modo no fue posible crear un mercado interno capaz de, terminada la guerra, asimilar la producción industrial que , desaparecida la demanda exterior, resultaba excesiva.
Como consecuencia del final de la guerra las tasas de desempleo experimentaron un importante incremento. Las masas de proletarios, cada día más concienciados y organizados, se enfrentarán al ejército y a los burgueses nacionalistas, los cuales, temerosos de perder sus privilegios, se opondrán a cualquier intento de avance social. La tensión aumentará hasta límites insoportables, desembocando en el llamado pistolerismo que asolará Barcelona entre 1919 y 1929.
La debilidad de los gobiernos liberales y conservadores que se alternaban en el poder, la creciente tensión social y los continuos fracasos en la campaña de Marruecos (el más significativo de los cuales sería el denominado desastre de Annual en 1921) se convertirán en los pilares sobre los cuales habría de elevarse, en 1923, la figura autoritaria del general José Antonio Primo de Rivera.  


La Dictadura de Primo de Rivera

En 1923 José Antonio Primo de Rivera da un golpe de estado y toma el poder al frente de un directorio militar que se mantendría en el gobierno hasta 1925, fecha en la que, manteniéndose Primo de Rivera en la jefatura del gobierno, lo sustituirá un directorio civil. 
El golpe de estado triunfa, entre otras razones, porque los gobiernos conservadores y liberales de la Restauración habían perdido su escasa legitimidad. Incapaces de acabar con el pistolerismo e inoperantes a la hora de aplacar las pretensiones obreras, el ejército, consciente de sus propios y graves problemas y contando con el apoyado de la burguesía conservadora, tomará el poder.
La idea original de Primo de Rivera era instaurar un sistema corporativista al estilo italiano que terminara con la política partidista anterior. Sin embargo, la dictadura nunca contó con el apoyo popular y consecuentemente con la necesaria legitimidad. Por otra parte, no supo dar solución a los problemas endémicos que venía sufriendo la sociedad española y esto impidió que el régimen se perpetuara.
El nuevo gobierno intentó pacificar los distintos grupos de presión otorgándoles beneficios y procuró congelar los conflictos sociales llevando a cabo una ambiciosa política de obras públicas.
Sin embargo, la crisis económica de 1929 evidenciaría las debilidades del régimen obligando a Primo de Rivera a poner su cargo a disposición de sus compañeros de gobierno, los cuales aceptaron su renuncia. El 30 de enero de 1930 el rey encargará la jefatura del estado a Dámaso Berenguer, quien intentará regresar a la situación anterior al golpe de estado, pretensión imposible de llevar a cabo pues la monarquía había malbaratado su legitimidad al apoyar el golpe de Primo de Rivera. A finales de este mismo año, en Jaca, los oficiales Fermín Galán y José García Hernández llevarán a cabo un frustrado golpe de estado republicano, evidenciando lo insostenible de la situación.
En febrero de 1931 el general Aznar sustituirá a Berenguer. Su mandato no llegará a los dos meses.



(El Golpe de Estado de Primo de Rivera por Arturo Barea. Texto.)

La Segunda República

Las elecciones municipales de abril de 1931 dan un importante triunfo a las partidos republicanos. El rey, ante la evidencia de la voluntad popular, abandona España y deja el gobierno en manos de un comité surgido de los llamados "Pactos de San Sebastián". Quedaba así instaurada de manera pacífica la Segunda República española.
La República, desde su origen, debió enfrentarse a graves problemas, consecuencia de su propio éxito. Por un lado, debía saber manejar a los sectores más reaccionarios de la sociedad española que miraban con recelo el nuevo sistema de gobierno. Por otro, debía lidiar con sus propios acólitos, sedientos de reformas estructurales que, en determinados casos, podrían resultar contraproducentes. Por si intentar conciliar recelos y esperanzas no fuera suficiente, la República debía enfrentarse al estallido de los conflictos sociales que durante la Dictadura habían permanecido latentes. 
El gobierno surgido de las elecciones constituyentes, de mayoría socialista y radical, no pudo o no supo llevar al parlamento los problemas sociales que se vivían en las calles del país. En poco tiempo, el gobierno, presidido por Azaña, hubo de enfrentarse al golpe de estado del general Sanjurjo y a la insurrección cenetista en Andalucía, la cual se saldaría con el brutal asesinato de los amotinados en Casas Viejas.
En 1933 ganarán las elecciones las fuerzas coaligadas de derechas (CEDA) dando comienzo a lo que se conocería como "bienio negro". Las posturas se radicalizaron en 1934 se produjo una intentona revolucionaria que sería duramente reprimida.
Los sectores más conservadores de la sociedad española, recelosos de una República que nunca habían visto con buenos ojos, confabularán para llevar a cabo un golpe de estado. Mientras tanto, se convocan elecciones en febrero de 1936, las cuales serán ganadas por el Frente Popular, coalición de partidos de izquierda. Las derechas no podían aguardar más.


La guerra civil

El 17 de Julio de 1936 el ejército de Marruecos se levantará en armas contra la República, al día siguiente lo harán diferentes guarniciones en la Península quedando, de este modo, España dividida en dos zonas enfrentadas militarmente. Castilla la Vieja, León, Galicia, parte de Andalucía y de Aragón, La Mancha, Navarra, Álava, Guipúzcoa, las islas y el protectorado marroquí cayeron en manos de los sublevados, estabilizándose los frentes en la sierra de Madrid, la cornisa cantábrica y Aragón. 
Las fuerzas nacionales, nombre que recibieron los sublevados bajo el mando del general Francisco Franco, gozaron en todo momento de una mayor organización y mejores medios, lo cual resultaron decisivos en el transcurrir de la guerra.
El bando republicano, desorganizado y dividido, carente del apoyo de las potencias democráticas europeas, no pudo resistir el empuje militar del bando nacional.
La guerra finalizaría, tras la toma de Madrid por las fuerzas franquistas, el 1 de abril de 1939. Comenzaba una dura y larga posguerra.