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jueves, 3 de marzo de 2016

Para hacer una descripción

Como para crear cualquier texto, hay que partir de la existencia de tres fases: la observación del objeto a describir, la reflexión sobre las cualidades o las partes más apropiadas para la finalidad que buscamos, y la expresión final, de viva voz o por escrito.

Como la lengua es necesariamente lineal y los objetos o las ideas que se describen no lo son, toda descripción necesita llevar a cabo tres acciones. Por orden, son estas:

- Desglose, que consiste en la división de ese todo que se pretende describir en unidades diferenciables. Puede seguirse un criterio para todas (es el método más objetivo) o varios diferentes y diferenciados.

- Elección, que debe basarse en las cualidades o partes con más valor para la finalidad del texto.

- Ordenación, que trata de secuenciar lo simultáneo de manera que el receptor no deje de percibir esa simultaneidad.

Para construir un texto descriptivo, después de fijar el referente, es necesario utilizar algunas de las características lingüísticas que ya se han descrito en este blog. Igual que en un texto literario no es necesario que aparezcan todos los recursos expresivos y tropos existentes, tampoco lo es que una descripción se convierta en un catálogo de recursos lingüísticos posibles. De las cuatro operaciones lógicas propias de la descripción siempre aparecerá alguna (por más inconsciente que sea el emisor), pero es difícil que coexistan todas en una misma secuencia.

Hablamos de estas cuatro operaciones discursivas:

- Aspectualización: introduce aspectos, partes o propiedades de lo descrito. También se incluyen aquí las connotaciones y valores simbólicos que pueda introducir el emisor. (En la descripción de objetos y lugares se puede partir de bases relativas o absolutas. Esto es: las partes de lo descrito se pueden situar unas con respecto a otras, según sus posiciones o cualidades relativas al conjunto, o se puede partir de criterios tales como los puntos cardinales, los ejes arriba-abajo e izquierda-derecha, o según criterios y valores de la cultura en la que se desarrolla el intercambio comunicativo.)

- Tematización: convierte un aspecto (o una parte o cualidad del referente) en objeto de descripción, como ya queda explicado.

- Afectación: es la operación contraria a la anterior. El objeto del que parte la descripción se revela como un aspecto o una parte de otra entidad mayor. Igual que en el caso de la tematización, la afectación también puede valerse de la recursividad integrando cada objeto en una entidad mayor a manera de muñecas rusas (Bruto está en Roma. Roma está en Italia. Italia está en Europa...) Aunque pueden aparecer en una misma secuencia la tematización y la afectación, no es habitual que lo hagan. Si aparecen, presentarán funciones diferentes en el texto: contextualización, división en partes...

- Asimilación: es el recurso a otra realidad conocida por el receptor, el acercamiento a un conocimiento compartido para enmarcar el referente por comparación con éste. Puede presentarse como una comparación directa, es decir, en una oración  atributiva (Esta clase es como una condena), o como forma de adjetivación (Es más bonito que un San Luis; Tienes la casa como una cochiquera).


Estas operaciones lógicas o discursivas intervienen en cualquier tipo de texto, sea cual sea su finalidad. Aunque no es recomendable utilizar la asimilación en una descripción técnica y, sin embargo, es muy valiosa cuando la finalidad es ornamental o sólo subjetiva. El método para describir pasa por atribuir cualidades a un objeto de manera que el lector o el oyente pueda compartir esa mirada.

martes, 1 de marzo de 2016

La descripción literaria

El texto descriptivo de carácter literario es más libre en su forma que el técnico. Puede seguir, para un mismo referente, tanto un criterio espacial, como lógico (de lo general a lo particular, de lo principal a lo secundario, de lo físico a lo psicológico...), como criterios subjetivos según la voluntad del emisor o descriptario. El rasgo pragmático más significativo es esa subjetividad, quién marca el punto de vista.

Lugar de la descripción en el texto literario
Aunque lo más común en la literatura es que la descripción se encuentre como parte de la narración, esto no significa que no pueda ser independiente. Es más, una descripción puede constituir por sí sola un texto con cierre, pero no sucede lo mismo con la narración. La presentación de los referentes en un texto narrativo, el recurso para conseguir un cierre de sentido en la narración, es una secuencia descriptiva. La descripción funciona como anclaje de la narración, por eso suele situarse en posiciones de apertura o cierre, o en puntos de cambio espacial o con la aparición de un nuevo actante.

Principalmente, la descripción cumple dos funciones en el texto literario: explicativa y simbólica. En ambos casos sirve para revelar (o presentar) o para justificar un sentido.

Por su finalidad en el texto se diferencian cuatro tipos:

  - ornamental, de valor directamente estético o como pausa a la acción en algunas narraciones.

  - representativa, para presentar personajes, objetos o lugares.

  - expresiva, como señal de un punto de vista relacionable con un estado de ánimo.

  - productiva, liberada de la mímesis, puede ser tanto onírica como multiperspectivista como objetivista (en el conductismo del nouveau roman, por ejemplo, donde no reproduce ni presenta una realidad, sino que afirma su función en el relato).


En cuanto al objeto se distinguen tres tipos de descripción:

  - descripción de personas o retrato. En este apartado se diferencia la descripción física, llamada prosopografía, y la descripción moral o psicológica, etopeya. Aunque lo más común es que aparezcan las dos mezcladas. En movimientos estéticos marcados por los valores simbólicos es común identificar rasgos físicos con valores morales, creando la identificación automática de una forma o un color con un significado.

  - descripción de realidades abstractas. Suelen aparecer para reflejar estados de ánimo o sentimientos de los personajes o del emisor, o en fragmentos argumentativos de textos con finaliad ideológica.

  - descripción de paisajes. Sirve tanto para la ubicación de objetos y personajes, es decir, para la función informativa o representativa, como para los valores más estéticos y subjetivos de la literatura. El paisaje está con mucha frecuencia cargado de simbolismo y en él suele descargarse la acción del relato cuando se hace necesaria una pausa o un salto de secuencia.


En cuanto a la forma en la que se desarrolla la secuencia, podemos diferenciar también tres tipos:

  - Estática. Es una descripción fuera del tiempo, basada en la ubicación y las formas, o en las cualidades morales en caso de una etopeya. Las formas verbales intemporales (presente o imperfecto en narraciónes) son una marca visible.

  - Dinámica. Se llama también variada porque su intención es describir los cambios en el objeto, persona o lugar descrito. Se encuentra, por ejemplo, como marca de saltos temporales importantes que se hacen ver en las diferencias entre la apariencia de un mismo referente en dos tiempos distantes.

  - Por sensaciones. Es la más propiamente literaria, sin valora apenas fuera de la estética. Basa su funcionamiento en el texto por la reproducción de impresiones valiéndose de recursos como la aliteración o la sinestesia.


      Los recursos más comunes en la creación literaria de textos descriptivos inciden, como no podría ser de otra manera, en la adjetivación, el término que modifica los valores del sustantivo, esto es, del objeto de la descripción. La mayoría de estos recursos se dirigen al receptor para acercarse lo máximo posible a su conocimiento compartido o para estimular en él una toma de partido, un sentimiento también común con el emisor. En ambos casos son por lo general métodos de crear analogías.

  - La enumeración. Es una figura de acumulación que puede utilizarse tanto como una presentación rápida y directa, sin detalle ni localizaciones innecesarias, como para dar impresión de cantidad y desorden, como con la enumeración caótica.

  - La metáfora. Es un tropo de analogía, y como tal se utiliza para enriquecer la adjetivación. En la descripción el término imaginario, el no presente, suele ser el que modifica el sentido del objeto descrito, aumenta su significación o su valor simbólico.

  - La comparación y el símil. La simple comparación gramatical funciona como acercamiento al receptor y a su mundo referencial. El símil es otra figura utilizada aquí para incrementar los valores de la adjetivación o de la atribución; su finalidad es más estética que la de la comparación, pero semejante en esencia.

  - La personificiación (o metagoge o prosopopeya) atribuye características humanas a animales u objetos. En sentido semejante, la animalización suele aparecer para degradar a una persona, igual que la cosificación. Las tres son también recursos de adjetivación y de atribución.

  - La aliteración. Como ya vimos, su valor es estético por encima de todo. La repetición de un sonido (o de un grupo de ellos) busca sugerir una sensación no expresable con palabras, o que el descriptario no quiere expresar directamente.

  - Otras figuras de traslación significativa como la sinestesia o la hipálage aparecen también en fragmentos de alta carga subjetiva para sugerir sensaciones.