Propiedades gramaticales
Los sustantivos contables pueden usarse en plural con modificadores de diverso tipo: determinantes definidos (las casas, los amigos), numerales cardinales (tres palabras), indefinidos (muchos viajes) o sin ningún tipo de modificador (Faltan detalles). Los sustantivos no contables no pueden aparecer en plural y van acompañados de los indefinidos mucho, poco, bastante, demasiado, harto, tanto, cuanto, cuánto, etc (mucho pan, bastante dinero). No obstante, este tipo de sustantivos no admiten ni numerales ni el adjetivo medio, tampoco acepta ciertos indefinidos como varios, diversos o determinados.
Se asimilan, al menos en parte, a los no contables los denominados pluralia tántum. Tal es el caso de agujetas, apuros, celos, cimientos o comestibles. Estos sustantivos, pese a emplearse siempre en plural, no aportan información de pluralidad, lo cual hace que no designen entidades enumerables.
En determinadas funciones sintácticas, especialmente como complemento directo o sujeto en posición pospuesta, los nombres no contables en singular alternan con los contables en plural. No obstante, en estas posiciones, no suelen admitirse sustantivos contables en singular (Compraré pan, comprare libros, *comprare libro). No obstante, se admiten los contables en singular en la interpretación de tipo o clase con el verbo abundar (No abunda la perdiz roja).
La semejanzas gramaticales que se detectan entre los sustantivos contables en plural y los no contables en singular pueden deberse a que estos últimos forman una suerte de plurales léxicos al denotar conjunto de partículas o individuos. Esto explicaría que desempeñen la función de término de la preposición entre sustantivos no contables en singular. Del mismo modo, los verbos que seleccionan argumentos colectivos aceptan en singular los nombres no contables (Voy amontonando basura en el patio).
Una serie de adjetivos parecen acompañar, de manera recurrente, a sustantivos no contables. Tal es el caso de abundante. Este adjetivo puede acompañar a un gran número de sustantivos no contables, no obstante, es rechazado por algunos de carácter abstracto y puede encontrarse con sustantivos contables (cena, desayuno, merienda...). Es decir, que en el caso de abundante, a la hora de intentar distinguir entre nombres contables o no contables, hay que actuar con prudencia.
Clases semánticas de nombres no contables. Cambios de categoría
Intentar establecer una clasificación semántica de los nombres no contables resulta compleja. En primer lugar porque pueden formar parte de este tipo de nombres tanto sustantivos concretos como abstractos y, en segundo lugar, porque determinados nombres, a priori no contables, cuentan con acepciones que pueden ser interpretadas como contables. Por otro lado no es nada infrecuente que en español se utilicen los mismos nombres tanto como contables como no contables, lo cual complica aún más la cuestión.
Habitualmente, cuando utilizamos un sustantivo no contable como contable, solemos hacerlo para referirnos a la clase o tipo en la cual se engloba un conjunto de realidades que contienen un rasgo semántico común. De este modo el sustantivo vino resulta no contable en la oración Bebió bastante vino aquella noche. Si nos fijamos, en este contexto no es posible utilizar el adjetivo medio, o cuando menos el uso del mismo implica una interpretación diferente a la que parece extraerse de la lectura de la oración anterior: Bebió medio vino aquella noche. No obstante, en otros contextos, más en concreto, al referirnos a la clase genérica que engloba un conjunto de vinos, este sustantivo, es interpretado como no contable, aceptando como tal el uso del plural: Los vinos de la Rioja son estupendos.
Algo semejante ocurre cuando el sustantivo no contable pasa a designar de manera individual un fragmento del conjunto. Es lo que ocurre cuando afirmamos, por ejemplo: La pelota rompió dos cristales de la puerta. En este caso el sustantivo no contable cristal se convierte en contable al designar partes individuales del mismo, lo cual permite que aparezca en plural y modificado por un numeral.
Con los nombres de alimentos ocurre algo parecido. Si volvemos al vino de nuestro primer ejemplo comprobaremos que, en determinados contextos, el nombre no contable puede hacer referencia a su modo de presentación. Así diremos, sin ningún tipo de problema: Bebió un vino aquella noche. En este caso el sustantivo vuelve a comportarse como un nombre contable, aunque cabría preguntarse hasta que punto no nos encontremos ante una elipsis que el oyente es capaz de completar gracias a su conocimiento pragmático.
Mucho menos frecuente es el caso contrario, es decir, que un sustantivo contable pase a ser interpretado como no contable. En los casos en los que se produce suele existir un cambio de carácter cuantitativo, aunque no dejan de existir casos en los que se produce cambios de carácter cualitativo. En este sentido la oración Arturo es poco hombre para Adela, lo que se pone en cuestión es la calidad en cuanto hombre, con todo lo que esto implica, de el pobre Arturo. En esta ocasión el sustantivo va acompañado del indefinido poco pero no podría ir modificado por el adjetivo medio. No obstante, en otros casos el cambio de categoría puede afectar al significado de la oración desde un punto de vista cualitativo. Sirva de ejemplo: Aquí en Villaconejos hay demasiado hombre para tan poca mujer.
Una serie de adjetivos parecen acompañar, de manera recurrente, a sustantivos no contables. Tal es el caso de abundante. Este adjetivo puede acompañar a un gran número de sustantivos no contables, no obstante, es rechazado por algunos de carácter abstracto y puede encontrarse con sustantivos contables (cena, desayuno, merienda...). Es decir, que en el caso de abundante, a la hora de intentar distinguir entre nombres contables o no contables, hay que actuar con prudencia.
Clases semánticas de nombres no contables. Cambios de categoría
Intentar establecer una clasificación semántica de los nombres no contables resulta compleja. En primer lugar porque pueden formar parte de este tipo de nombres tanto sustantivos concretos como abstractos y, en segundo lugar, porque determinados nombres, a priori no contables, cuentan con acepciones que pueden ser interpretadas como contables. Por otro lado no es nada infrecuente que en español se utilicen los mismos nombres tanto como contables como no contables, lo cual complica aún más la cuestión.
Habitualmente, cuando utilizamos un sustantivo no contable como contable, solemos hacerlo para referirnos a la clase o tipo en la cual se engloba un conjunto de realidades que contienen un rasgo semántico común. De este modo el sustantivo vino resulta no contable en la oración Bebió bastante vino aquella noche. Si nos fijamos, en este contexto no es posible utilizar el adjetivo medio, o cuando menos el uso del mismo implica una interpretación diferente a la que parece extraerse de la lectura de la oración anterior: Bebió medio vino aquella noche. No obstante, en otros contextos, más en concreto, al referirnos a la clase genérica que engloba un conjunto de vinos, este sustantivo, es interpretado como no contable, aceptando como tal el uso del plural: Los vinos de la Rioja son estupendos.
Algo semejante ocurre cuando el sustantivo no contable pasa a designar de manera individual un fragmento del conjunto. Es lo que ocurre cuando afirmamos, por ejemplo: La pelota rompió dos cristales de la puerta. En este caso el sustantivo no contable cristal se convierte en contable al designar partes individuales del mismo, lo cual permite que aparezca en plural y modificado por un numeral.
Con los nombres de alimentos ocurre algo parecido. Si volvemos al vino de nuestro primer ejemplo comprobaremos que, en determinados contextos, el nombre no contable puede hacer referencia a su modo de presentación. Así diremos, sin ningún tipo de problema: Bebió un vino aquella noche. En este caso el sustantivo vuelve a comportarse como un nombre contable, aunque cabría preguntarse hasta que punto no nos encontremos ante una elipsis que el oyente es capaz de completar gracias a su conocimiento pragmático.
Mucho menos frecuente es el caso contrario, es decir, que un sustantivo contable pase a ser interpretado como no contable. En los casos en los que se produce suele existir un cambio de carácter cuantitativo, aunque no dejan de existir casos en los que se produce cambios de carácter cualitativo. En este sentido la oración Arturo es poco hombre para Adela, lo que se pone en cuestión es la calidad en cuanto hombre, con todo lo que esto implica, de el pobre Arturo. En esta ocasión el sustantivo va acompañado del indefinido poco pero no podría ir modificado por el adjetivo medio. No obstante, en otros casos el cambio de categoría puede afectar al significado de la oración desde un punto de vista cualitativo. Sirva de ejemplo: Aquí en Villaconejos hay demasiado hombre para tan poca mujer.