Juan García Hortelano (1929-1992) escribió Nuevas amistades en en 1959, obra que le permitiría ganar el premio Biblioteca Breve de ese año. Se trata de una novela realista conductista, lo que supongo yo que será algo así como el realismo resultante de la interacción libre de unos determinados personajes con el medio al cual, realistamente pertenecen. Es decir, un tipo actuará de una manera determinada en función de los estímulos que reciba del medio. Si el objetivo del novelista es contar (narrador mediante) una acción que le acontece a unos personajes en un lugar y en un tiempo determinado (simplificando hasta la estupidez la narratología), puede optar, según parece, por registrar con absoluta fidelidad la reacción (acción) de un personaje ante un acontecimiento problemático. Esta reacción vendrá determinada por el entorno en el cual se mueve el héroe. El resultado será una novela realista (con sus evidentes limitaciones) en la que los personajes actuarán tan libremente como se lo permita su circunstancia.
Si de la teoría pasamos a la letra, vemos que en esta novela realmente pasa algo que se parece a todo esto. En Nuevas amistades el narrador busca continuamente la objetividad propia del realismo. Se me hace muy difícil recordar algún momento en el que se le sorprenda al narrador en algún renuncio subjetivista. Más bien este se limita a presentar los personajes y los lugares. Se diría que sus intervenciones son premeditadamente monótonas, asépticas, y, en cuanto puede, cede la voz a los personajes. De este modo el narrador los deja solos ante la realidad que los circunda, obligándoles a reaccionar de manera autónoma y suficiente ante lo que les acontece.
En un principio nos encontramos con un grupo de jóvenes pertenecientes a la alta burguesía madrileña. Su manera de actuar es excesiva. Beben excesivamente, gastan dinero de un modo excesivo, sus horarios son excesivos. Parecen hacer lo que quieren y lo hacen con la suficiencia de quienes saben que pueden y deben hacerlo. Pronto en sus conversaciones se hará evidente una fuerte conciencia de clase, la que les sitúa, por derecho propio, por la autoridad que otorga el dinero, las relaciones, la cultura y el refinamiento, por encima de sus contemporáneos.
Durante la primera parte de la novela asistimos a la caracterización del grupo. El novelista permite que sean sus criaturas las que poco a poco se vayan definiendo. Para ello asistiremos a su vivir cotidiano, el cual nos irá haciendo evidentes las costumbres, los miedos y esperanzas de cada uno de ellos, los principios constitutivos de sus respectivas personalidades. No obstante, será el punto de vista de uno de estos personajes el que resultará recurrente a lo largo de toda la narración. El narrador ha preferido seguir a Gregorio, un joven de diecinueve años recién llegado de Gijón. De este modo Hortelano refuerza los lazos emocionales que el lector mantiene con el protagonista de la obra. Ambos, lector y protagonista, se encuentran en la misma posición de partida. Los dos van conociendo al mismo tiempo a los personajes de esta historia.
La novela rompe su monótono e intrascendente discurrir cuando una de las jóvenes del grupo, Julia, queda embarazada de su novio. Desde ese momento se ponen en marcha una serie de acciones que procuran restituir la situación inicial, lo cual implica inevitablemente practicar un aborto. Se evidencian ante este suceso perturbador los lazos de solidaridad que cohesionan al grupo y al mismo tiempo se agranda la figura de Gregorio, que va cobrando mayor protagonismo dando muestras de una gran seguridad y de una extraordinaria voluntad de acción.
En un principio Leopoldo y Pedro, que es el novio de Julia, idean un plan para resolver el problema. Pronto en este plan se verá inmerso Gregorio, que no tardará en asumir la dirección de las operaciones. Para practicar el aborto se hace necesario acudir a los estratos más bajos de la sociedad, donde estos acontecimientos suelen ser bastante frecuentes y donde existen soluciones clandestinas para ellos. Seguros en que su capacidad económica les permitirá enmendar cualquier dificultad, contratan, por medio de Pedro, un antiguo miembro del grupo, a una doctora que practica el aborto. Durante la convalecencia de Julia, cuando ya todo el grupo está informado de la situación, lo cual demuestra lo endeble que puede resultar la resolución de estos jóvenes, se alcanzarán los momentos de mayor dramatismo. Envueltos en la más absoluta ignorancia, se enfrentan a los crecientes dolores de Julia, lo cual les hace dudar de los resultados de la intervención y empiezan a considerar la posibilidad de que la paciente se encuentre en peligro de muerte. En estos momentos de tensión los personajes continúan dibujando sus respectivas personalidades. Leopoldo pierde fuelle y Gregorio se muestra mucho más frío y calculador, aunque también temerario. Al final de la novela la tensión se vuelve insoportable, lo que hace que, sin el consentimiento de Gregorio, pidan ayuda a un amigo médico. El diagnóstico de este doctor descubrirá el engaño del cual han sido víctimas. Julia nunca ha estado embarazada. Unos incautos, miembros de ese sector de la sociedad que desprecian, han aprovechado sus miedos, sus hipocresías, su suficiencia imprudente, en fin, todos sus pecados de clase para sacarles sus buenas pesetas.
De este modo Hortelano, sin decirlo explícitamente en ningún momento, hace evidente cuan de inauténtica es la vida de estos personajes. Toda la trama montada sobre el embarazo de Julia, el conjunto de decisiones, los riesgos asumidos, incluso el modo de enfrentarse al amor, al odio y a la vida, se desmorona cuando el principio motor de todo ello no es más que una burda trampa. La reacción final de los miembros del grupo acentúa esta idea y no hace más que perpetuarla. Al agredir Gregorio al doctor que acaba de evidenciar el engaño y les reprocha su modo de actuar, asistimos a la renuncia de todo el grupo, de todo un sector de la sociedad española, a la verdadera realidad que se encuentra más allá de esa burbuja que les proporciona el dinero, los buenos puestos en la administración o las amistades de papá.
Me queda la impresión de que todavía quedan muchas cosas por decir, lo cual, entiendo, acrecienta el mérito de esta obra. No obstante, sería demasiado trabajo y muy probablemente ahondaría en un error que comenzó con la primera palabra. Por lo tanto...
La novela rompe su monótono e intrascendente discurrir cuando una de las jóvenes del grupo, Julia, queda embarazada de su novio. Desde ese momento se ponen en marcha una serie de acciones que procuran restituir la situación inicial, lo cual implica inevitablemente practicar un aborto. Se evidencian ante este suceso perturbador los lazos de solidaridad que cohesionan al grupo y al mismo tiempo se agranda la figura de Gregorio, que va cobrando mayor protagonismo dando muestras de una gran seguridad y de una extraordinaria voluntad de acción.
En un principio Leopoldo y Pedro, que es el novio de Julia, idean un plan para resolver el problema. Pronto en este plan se verá inmerso Gregorio, que no tardará en asumir la dirección de las operaciones. Para practicar el aborto se hace necesario acudir a los estratos más bajos de la sociedad, donde estos acontecimientos suelen ser bastante frecuentes y donde existen soluciones clandestinas para ellos. Seguros en que su capacidad económica les permitirá enmendar cualquier dificultad, contratan, por medio de Pedro, un antiguo miembro del grupo, a una doctora que practica el aborto. Durante la convalecencia de Julia, cuando ya todo el grupo está informado de la situación, lo cual demuestra lo endeble que puede resultar la resolución de estos jóvenes, se alcanzarán los momentos de mayor dramatismo. Envueltos en la más absoluta ignorancia, se enfrentan a los crecientes dolores de Julia, lo cual les hace dudar de los resultados de la intervención y empiezan a considerar la posibilidad de que la paciente se encuentre en peligro de muerte. En estos momentos de tensión los personajes continúan dibujando sus respectivas personalidades. Leopoldo pierde fuelle y Gregorio se muestra mucho más frío y calculador, aunque también temerario. Al final de la novela la tensión se vuelve insoportable, lo que hace que, sin el consentimiento de Gregorio, pidan ayuda a un amigo médico. El diagnóstico de este doctor descubrirá el engaño del cual han sido víctimas. Julia nunca ha estado embarazada. Unos incautos, miembros de ese sector de la sociedad que desprecian, han aprovechado sus miedos, sus hipocresías, su suficiencia imprudente, en fin, todos sus pecados de clase para sacarles sus buenas pesetas.
De este modo Hortelano, sin decirlo explícitamente en ningún momento, hace evidente cuan de inauténtica es la vida de estos personajes. Toda la trama montada sobre el embarazo de Julia, el conjunto de decisiones, los riesgos asumidos, incluso el modo de enfrentarse al amor, al odio y a la vida, se desmorona cuando el principio motor de todo ello no es más que una burda trampa. La reacción final de los miembros del grupo acentúa esta idea y no hace más que perpetuarla. Al agredir Gregorio al doctor que acaba de evidenciar el engaño y les reprocha su modo de actuar, asistimos a la renuncia de todo el grupo, de todo un sector de la sociedad española, a la verdadera realidad que se encuentra más allá de esa burbuja que les proporciona el dinero, los buenos puestos en la administración o las amistades de papá.
Me queda la impresión de que todavía quedan muchas cosas por decir, lo cual, entiendo, acrecienta el mérito de esta obra. No obstante, sería demasiado trabajo y muy probablemente ahondaría en un error que comenzó con la primera palabra. Por lo tanto...