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viernes, 18 de julio de 2014

Poesía española posterior a la guerra civil. Grupo poético de los años 50.


Mediada la década de los cincuenta empezarán a publicar una serie de autores que alcanzarán su plenitud poética a lo largo de la década siguiente. Estos autores compartirán ciertas circunstancias. Por un lado, todos ellos vivieron la guerra civil como niños. Por otro, llevaron a cabo su labor creativa bajo una misma realidad. 
La España en la que estos autores comenzaron a publicar, es la España que ha logrado el reconocimiento internacional y, de la mano del desarrollismo, camina con buen paso hacia el capitalismo liberal. Como hemos visto, la aceptación de la España franquista en el mapa geopolítico mundial daría lugar a una serie de cambios en las posturas mantenidas por la oposición y, en última instancia, en su manifestación cultural. Poco a poco se renunciaría a la lucha armada y se plantearían nuevas estrategias que serían llevadas a cabo por una oposición civil. Todas estas estrategias seguirían la línea del posibilismo político, consciente la oposición de que Franco moriría en su cama.
Paradójicamente, será el nuevo papel internacional jugado por el Régimen, el que posibilitaría el auge de esta oposición civil y el desarrollo de una literatura social. El nuevo posicionamiento del gobierno franquista le obligaba a emprender una serie de medidas de carácter aperturista que, en definitiva, le llevarían a renunciar a sus presupuestos máximos, relajando los mecanismos de represión y de censura.
En este nuevo contexto el papel de la literatura se volverá más complejo. Empieza a perder sentido la antigua angustia existencial que era, en muchos casos, trasunto de otras angustias más terrenales. Por otro lado, las retóricas de adhesión o enfrentamiento se truncan, especialmente porque cada día se hace más patente un sentimiento de desprecio o impotencia. Así las cosas, crece el recelo ante la palabra poética. Una nueva generación, la que aquí vamos a estudiar, considera que la poesía ha dejado de ser un arma cargada de futuro.

La existencia del grupo.
La clasificación de este conjunto de poetas ha sido polémica y no exenta de retractaciones. Para ellos se han propuesto diversas etiquetas, desde la de Grupo de los cincuenta 50 o Generación de los cincuenta, hasta la de Segunda generación de la posguerra o la de Promoción de los años sesenta. No obstante, creemos, con Felipe B. Pedraza y Milagros Rodríguez Cáceres, Manual de literatura española XII. Posguerra: introducción y líricos, que existen suficientes elementos comunes que nos permiten agrupar a estos poetas bajo un único membrete. Somos conscientes de que esta forma de actuar responde a criterios de carácter taxonómico y pedagógico, y que la realidad es sin duda mucho más proteica de lo que le gustaría a la mente del estudioso de la historia de la literatura. Sin embargo, no es posible obviar la larga serie de elementos comunes que comparten todos estos poetas.
    Propiedad de elmundo.es
  • Los premios literarios, especialmente el Adonais y el Boscán, han sido un elemento común en el desarrollo y publicidad de estos escritores. Se ha llegado a apuntar que el mismo concepto de grupo era un espejismo artificialmente creado con el objeto de acrecentar el peso específico de sus integrantes en el panorama literario de su época. Fuera este el caso o no, lo cierto es que la mayoría de los autores que se incluyen en él pariciparon en estos premios llegando muchos a ganarlos.
  • Las diferentes antologías que se vinieron publicando en estos años sirvieron para conformar la nómina de los autores que constituirían el grupo. La primera de ellas sería la inconclusa serie "Once poetas" que José Ángel Valente iniciará en abril de 1955 en Índice. En 1959 Luis Jiménez Martos publicará Nuevos poetas españoles y solo cuatro años después Francisco Ribes presentará Poesía última. Ya en 1978 Juan García Hortelano publicará El grupo poético de los años 50, obra que hace evidente referencia al concepto de grupo. No obstante, serán otras antologías de mayor alcance las que terminarán por completar y jerarquizar el grupo. Los autores presentes en estas obras pasarán a constituir lo que podemos considerar como el núcleo central del grupo. Nos referimos a los Veinte años de poesía española. 1939-1959 (1960) o a Un cuarto de siglo de la poesía española (1966), ambas de José María Castellet.
  • Por otra parte, serán estos autores nucleares -Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Alfonso Costafreda, José Manuel Caballero Bonald, Ángel González, José Agustín Goytisolo, José Ángel Valente-  los que participarán, junto con autores de la generación anterior, en el homenaje que en 1959 se realizará a Antonio Machado en Colliure a propósito del vigésimo aniversario de su muerte. 
  • Con el nombre de este pueblo francés José María Castellet, con la colaboración de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma y Jaime Salinas, echaría a andar una colección de poesía en la cual verían publicados sus textos buena parte de los miembros de este grupo. 
Una posible nómina
Se ha venido destacando el carácter policéntrico del grupo. Cada uno de sus centros se vinculan a una editorial, a un escritor o crítico reconocido como autoridad poética o alguna revista literaria. En Barcelona se constituiría la llamada "escuela de Barcelona", reunida en torno a la figura del respetado crítico José María Castellet. Entre sus miembros cabría recordar a Carlos Barral, Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Alfonso Costafreda, Jaime Ferrán y Enrique Badosa. Este grupo, de un marcado carácter elitista, se valdrán en un primer momento de los mecanismos culturales propios del Régimen, como por ejemplo la revista Laye. Poco a poco se irían distanciando de estos sectores para incrustarse en las filas de la oposición franquista, llegando algunos de sus miembros a militar en el partido comunista. Ellos organizarán el acto de homenaje a Machado en Colliure. Entre los rasgos propios de este grupo estarían el paisaje compartido, el de la costa mediterránea; la doble tradición castellana y catalana; la voluntad de superación formal; la apertura a Europa; la superación de la literatura social adoptando una perspectiva civil y el uso de la ironía. Por su parte, en Madríd, se formará otro segundo grupo bajo la influencia directa de Aleixandre. La figura principal de este grupo será Claudio Rodríguez y en su seno podemos incluir aquellos autores de la periferia que encontraron en el en torno de la revista Ínsula un espacio propicio para la expresión poética. Junto a Rodríguez podemos incluir en este grupo a José Ángel ValenteÁngel González, José Caballero Bonald o Francisco Brines.
Junto a estos dos importantísimos epicentros poéticos es necesario recordar la existencia de un importante grupo andaluz, que si bien no contó con el poder decisorio o la fuerza editorial de los anteriores, sí que gozó de enorme vigor poético. Entre los miembros más destacados de este cenáculo andaluz podemos citar a María Victoria Atencia, Miguel Fernández o Rafael Guillén.

Principales características.
Poesía como conocimiento. Durante la década de los cincuenta, y de la mano de la poesía social, se instauró la idea básica de que la poesía era, ante todo, comunicación. En la base de esta postura podemos encontrar los presupuestos teóricos de Vicente Aleixandre desarrollados ampliamente por Carlos Bousoño en Teoría de la expresión poética (1952) donde, partiendo de la funcionalidad primordial de la lengua, se concluye que toda poesía es comunicación. Solo un año después Carlos Barral respondería a la propuesta de Bousoño en un artículo de Laye, "Poesía no es comunicación". Barral reivindicará la autonomía del momento creativo, concluyendo que el conocimiento poético es simultáneo y no anterior al proceso creador. Como apunta el propio Carlos Barral:
"El texto poético es el resultado de la confluencia de la vida interior del poeta con la posibilidad infinita del idioma, obrada por la voluntad de crear"
Más claras incluso serán las palabras de José Ángel Valente en la antología Poesía Nueva (1963):
"cuando se afirma que la poesía es comunicación no se hace más que mencionar un efecto que acompaña al acto de la creación poética, pero en ningún caso se alude a la naturaleza del proceso creador. La poesía es para mí, antes que cualquier otra cosa, un medio de conocimiento de la realidad"
Esta concepción de la poesía le permitirá a estos autores distanciarse de la generación poética anterior y llevará a muchos por la senda del simbolismo y a otros por la vía de la poesía intelectual. En todo caso, se hacía necesario contar con un lector dispuesto a desarrollar una actitud hermenéutica a la hora de enfrentarse con este nuevo tipo de poesía.

Rechazo del realismo social pero compromiso con el realismo y la política. La preocupación social persiste pero las circunstancias sociopolíticas desaconsejan la abierta confrontación de la poesía anterior, en la cual se ha desvirtuado la esencia poética en aras de una pretendida actuación política que, por lo demás, se va quedando sin público, cansado como se encontraba este de su carácter monotemático y de su progresiva complicación retórica (necesario retoricismo que buscaba superar la censura). Claudio Rodríguez escribirá a propósito de la poesía social en la antología de Ribes, Poesía Nueva (1963):
"A ese lenguaje fósil, lejano del vigor imaginativo, radicalmente intercambiable, se une lo que pudiéramos llamar obsesión del tema. Se cree que un tema justo o positivo es una especie de pasaporte de autenticidad poética, sin más. Cuántos temas justos y cuántos poemas injustos"
Pero esto no significará que estos poetas se desentenderán de los problemas sociales. Su acercamiento a la realidad se abordará desde una perspectiva más subjetiva. Se trata de indagar en el alma del individuo que se encuentra incardinado en una colectividad. Desde este punto de vista no se renunciará al compromiso moral y político que no obviará la crítica.

Temas.
Se produce un ensanchamiento de los temas y de los puntos de vista desde los cuales estos se abordan. Los temas más habituales en la poesía de este periodo serán consecuencia de la actitud poética adoptada. Entre aquellos que podemos considerar más destacados estarían:

  • Análisis de la memoria personal y la experiencia individual e histórica, consecuencia evidente del proceso de individualización que experimentará la poesía en estos años.
  • Relacionado con el anterior existe una clara preocupación por el paso del tiempo y la concepción de la vida como teatro.
  • La amistad se convertirá en un tema importante, tema que permitirá a sus autores reflexionar sobre la esencial social del "yo". En esta misma línea se movería toda una poesía de tipo civil -mejor que social- que se ocuparía de las situaciones opresivas o injustas. 
  • Reaparece el amor como tema poético, tratado de manera poco convencional y cargado, en muchas ocasiones, de erotismo.
  • Metapoesía. Muchas composiciones reflexionarán sobre el proceso de creación poética. Así mismo, serán frecuentes las referencias intertextuales.
Estilo.
Debemos tener claro que por encima de las etiquetas que pretenden agavillar a este conjunto de poetas, nos enfrentamos a poderosas individualidades que en un ambiente de progresivo aperturismo podrán y optarán por buscar su personal voz poética. No obstante, es posible establecer unas pautas generales de las que, en diverso grado, participan buena parte de estos autores.
En general, y como hemos comprobado, existe un evidente desdén hacia el estilo propio de la generación anterior. De igual modo, se renunciará a la brillantez buscando la contundencia general de la composición. El lenguaje se vuelve coloquial, lo que no equivale a simplicidad. En muchos casos se hace uso de la ironía como medio de distanciamiento al tiempo que se renuncia al patetismo tan propio de la etapa anterior.

Principales autores.

Ángel González. Nace en Oviedo en 1925 y muere en Madrid en 2008. Ejerció como maestro durante un tiempo y como profesor universitario en Estados Unidos. En el año 1985 recibiría el Premio Príncipe de Asturias y el Reina Sofía en 1996, mismo año en que ingresó en la RAE.
En la producción poética de Ángel González es posible distinguir tres etapas.
  • Primera etapa. Abarcaría la producción de González entre la publicación de Áspero mundo (1956) y la de Tratado de urbanismo (1967). En estas obras la decepción y el pesimismo existencial sirven de cimientos para elevar una feroz crítica al mundo que lo rodea. La poesía funciona como una herramienta para la interpretación de su propia circunstancia vital como la de aquella que le envuelve. El principal tema de este periodo es el paso del tiempo, con tangenciales y referencias a la infancia como paraíso perdido. Otros subtemas serán el amor, el desengaño o el absurdo de la vida.
  • Segunda etapa. Desde Breves canciones para una biografía (1971) hasta Prosemas o menos (1985). Se acrecienta el componente lúdico haciendo que de la ironía pase directamente al humor. Para ello no dudará de establecer juegos semánticos, la ruptura de frases hechas y el uso de neologismos.
  • Tercera etapa. Se abre con Deixis de fantasma (1992) y continúa con Otoños y otras luces (2000). Continuará la reflexión sobre el paso del tiempo y el testimonio del tiempo histórico aderezado por una meditación de carácter elegiaco.
Jaime Gil de Biedma. La obra de este poeta barcelonés es en última instancia la búsqueda de su propia identidad. Para ello escudriñará en sus propios recuerdos y en sus vivencias personales, repasando su vida desde la infancia hasta la madurez. A esta preocupación por el paso del tiempo se unirá el amor como tema fundamental. Todo ello ambientado, con mucha frecuencia, en espacios urbanos.
El conjunto de la obra de Jaime Gil de Biedma se reunirá en Las personas del verbo (1975 y 1982). Allí, encontramos, con algunos añadidos y supresiones, los poemas de los siguientes libros.
  • Compañeros de viaje (1959). En este libro nos encontramos con el mundo de la infancia, la adolescencia y la amistad, todo ello aderezado por el trasfondo urbano. Los últimos poemas de este libro los dedica Jaime Gil al dolor y el sufrimiento en la historia de España.
  • Moralidades (1966). Al recuerdo del pasado, que con frecuencia se vuelve añoranza, se une ahora la reflexión sobre el tiempo histórico, los valores de la burguesía, la guerra civil y la situación de España.
  • Poemas póstumos (1968). En sus últimos poemas se intensificará la pesadumbre por el paso del tiempo y la desilusión por las metas no alcanzadas.


martes, 1 de julio de 2014

Poesía española posterior a la guerra civil. Los años cincuenta.



Contexto cultural.
Al final de los años cuarenta la intelectualidad hispana del interior, incluso aquella afín a la ideología del gobierno, empieza a alejarse de los presupuestos establecidos por el Régimen. Por un lado comienza a sentirse como hueco el retoricismo oficial. Se instaura, incluso entre las filas de los vencedores, un sentimiento de traición al ideario que estaba en la base del movimiento. El origen de este sentimiento se encuentra en el giro estratégico que en la década de los cincuenta lleva a cabo el Régimen al desvincularse de las posiciones fascistas. La supervivencia del gobierno de Franco pasaba por disociarse de los perdedores de la segunda guerra mundial y situar en su lugar a la Iglesia Católica. En lo cultural esto suponía un doctrinismo endogámico que condenaba a los intelectuales del interior a un desolador páramo. La cultura franquista se convirtió en un oxímoron.
Por otro lado, la censura impide el contacto del interior con las nuevas ideas que por entonces inundan Europa -en concreto el pujante existencialismo- pero que pese a todo no podían dejar de sentirse, tal vez como un lejano eco pero eco al cabo, entre aquellos que ya en la universidad estaban llamados a construir el futuro cultural de España.
Esta disociación entre la cultura oficial y aquella que emergía en las aulas universitarias se evidenciaría particularmente en las revistas de la SEU -Sindicato Español Universitario-, organización que por su vinculación al gobierno y su carácter minoritario sufría en menor medida la presión de la censura. En la páginas de publicaciones como Alcalá o Revista foguearían sus armas tanto los jóvenes disconformes con el Régimen como los falangistas desengañados. Pronto estos jóvenes y no tan jóvenes poetas pasarán directamente a publicaciones y editoriales de carácter privado como, por ejemplo, Índice
Al mismo tiempo la intelectualidad en el exilio comenzó a comprender que una cosa era la política cultural oficial, resentida e inmovilista, y otra muy distinta la realidad cultural que se estaba produciendo en España. Poco a poco se empezó a reconocer lo mucho de bueno que había en la literatura interior y la posibilidad real de establecer puentes entre la creación que se estaba produciendo dentro y fuera de nuestras fronteras. Muchos intelectuales emprenderían por entonces el camino de regreso, algunos simplemente de paso, otros para quedarse definitivamente. Las circunstancias estaban cambiando y muchas cosas, para bien y para mal, comenzaban a quedar claras. No era cuestión, como diría José Bergamín, de seguir "con el reloj parado" en la primavera de 1939.

Poesía social.
En 1952 Francisco Ribes publica su Antología consultada de la joven poesía española. Los autores incluidos en esta obra pertenecen a la nueva corriente rehumanizada o han evolucionado a ella desde el garcilasismo. Los autores antologados serán Victoriano Cremer, José María Valverde, Blas de Otero, Gabriel Celaya, Rafael Morales, Vicente Gaos, Carlos Bousoño, Eugenio de Nora y José Hierro. Precisamente este último sintetizará en la presentación de la Antología el ideal común que une a todos estos autores:
"Acaso una poesía épica deba ser la presente. El poeta es obra y artífice de su tiempo. El signo del nuestro es colectivo, social. Nunca como hoy necesitó el poeta ser tan narrativo; porque los males que nos acechan, los que nos modelan, proceden de hechos. Quien no vibre con su tiempo, renuncie a crear."
Se tratará, por lo tanto, de una poesía de carácter social, comprometida y entendida como un elemento de transformación social. Con este fin se mostrará la realidad en toda su vergonzante circunstancia. El lenguaje se vuelve claro, sencillo, regresando al "sermo humilis" que tan distante se encuentra de la grandilocuencia retórica oficial. El propósito era que el mensaje, un mensaje colectivo, llegase al número más amplio de lectores posibles -a la inmensa mayoría diría Blas de Otero-. Para ello se prescindió, de manera consciente, de los preciosismos formalistas y se desterró, dadas las urgencias, el componente sentimental de los poemas.
Mejor que nosotros lo dirán Jordi Gracia y Domingo Ródenas en Derrota y restitución de la modernidad. 1939-2010. Historia de la literatura española:
"Era una poesía de mensaje y necesitaba por tanto de un lector dispuesto a descifrar un código propio. Más allá de la censura y la vigilancia política o eclesiástica, el poema debía desmentir la falsa placidez del presente o desvelar abruptamente su angustia, de origen religioso metafísico o de origen ético social. Quiso ser una poesía solidaria y portavoz de la muchedumbre incapaz de expresar los sentimientos de desamparo y de injusticia, de soledad, de abandono y de rabia. Y debía señalar también a los responsables materiales, que no venían del cielo sino de la tierra: eran denuncias contra un Estado opresor. Era poesía política precisamente porque no era poesía de Estado."
Estos poemas y poemarios tendrían un amplio eco en las aulas universitarias donde, como hemos visto, se estaba despertando un creciente sentimiento de desafección que culminaría en las revueltas estudiantiles de 1956.

Principales autores: 

Gabriel Celaya (1911-1991). El poeta nacido en Hernani dará a luz una obra poética presidida por un constante afán de comunicación. En el conjunto de su trayectoria es posible distinguir cuatro etapas:
  • Primera etapa. Sus primeros textos se encuentran cercanos a la poesía de vanguardia, especialmente al surrealismo. Entre las obras más destacadas de este periodo estarían Marea del silencio (1935) o La soledad cerrada (1934-35).
  • Segunda etapa. Durante la posguerra practicará, bajo el seudónimo de Juan de Leceta, una poesía existencial en la cual se acercará a la vida cotidiana y al análisis de sus sentimientos utilizando un lenguaje coloquial. De esta época serán Avisos de Juan de Leceta (1944-46) o Tranquilamente hablando (1947), poemario que anuncia los temas y la voz que será ya una constante en su próxima etapa.
  • Tercera etapa. En esta etapa predominará la poesía de carácter social. En los textos de esta época el poeta se sentirá integrado en la colectividad, acuciado a criticar la situación política y social de España con el propósito de promover su transformación. Entre los poemarios de este periodo destacan Las cartas boca arriba (1951), Paz y concierto (1953) o Cantos íberos (1955).
  • Cuarta etapa. Durante su última etapa Celaya indagará nuevos temas y nuevas formas de expresión. El poeta intentará descifrar el enigma de la existencia humana y su integración con la naturaleza y con el prójimo. De este periodo serán Campos semánticos (1971), Función de Uno, Equis, Ene (1973) y Poemas órficos (1978).
(Breve reportaje sobre los últimos días de Celaya)

Blas de Otero (1916-1979). La obra de este poeta bilbaíno estará dominada por la rebelión ante aquello que sentía como injusto y una irreductible ansia de paz. En el conjunto de su producción es posible distinguir tres etapas.
  • Primera etapa. Como en el caso de Celaya, Blas de Otero participará en sus primeros años de la poesía existencial. En obras como Angel fieramente humano (1950) o Redoble de conciencia (1951) el poeta se mostrará atormentado ante las ideas de la muerte, la desolación del mundo y el silencio insoportable de un Dios que no responde al clamor trágico de su criatura.
  • Segunda etapa. En 1955 con Pido la paz y la palabra Otero se incorpora de manera decidida a la poesía social. Su interés se centra ahora en la colectividad, a la cual se dirige de manera expresa, denunciando las injusticias que esa misma colectividad sufre. La identidad de España y su porvenir será uno de los temas centrales de este periodo, así como la posibilidad de utilizar las palabras como medio para alcanzar la paz. Esta misma temática, aunque en un tono más coloquial y menos grandilocuente, continuará en textos como En castellano (1959) o Que trata de España (1964).
  • Tercera etapa. En sus últimas creaciones Otero practicará una poesía experimental de claro influjo surrealista. Historias fingidas y verdaderas (1970).
José Hierro (1922-2002). La poesía de este santanderino de adopción ha presentado a lo largo de toda su producción una serie de constantes temáticas (el desarrollo de experiencias personales o ajenas) y estilísticas (lenguaje sobrio y especial gusto por determinadas formas estróficas).
El propio Hierro consideraría su poesía demasiado intimista como para ser considerada como poesía social. No obstante, buena parte de sus "reportajes" -composiciones de carácter narrativo que parten de un acontecimiento real y uso de un lenguaje conversacional- se acercan a este tipo de poesía. Otra cosa serán las por el mismo denominados "alucinaciones". En este tipo de poemas predominará la subjetividad y serán mucho más frecuentes los elementos irracionales.
Podemos establecer tres etapas en el conjunto de su obra.
  • Primera etapa. El componente autobiográfico, con especial atención a la infancia y a la juventud sentidas como un paraíso perdido, es una constante durante los primeros años de creación poética. Junto a estos aparecerán otros temas como la muerte, el sufrimiento amoroso o lo inaccesible alegría. Poemarios de estos años serán Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947) y Con las piedras con el viento (1950).
  • Segunda etapa. Con Quinta del 42 (1952) Hierro entra en el ámbito de la poesía social. En este libro la realidad histórica aparecerá marcada por el dolor y la necesaria solidaridad entre pares. Cinco años después, en Cuanto sé de mí (1957), Hierro ahondará en la senda social profundizando en la perspectiva realista. No obstante, el enfoque será más subjetivo, adoptando una visión decepcionada y, por momentos, trágica. 
  • Tercera etapa. Los últimos libros del poeta conforman un conjunto mucho más heterogéneo y de difícil clasificación. Sin embargo, en todos ellos es posible rastrear los grandes temas de Hierro; su afán por registrar las experiencias personales, la conciencia de la muerte y del olvido. Incluimos en esta etapa Libro de las alucinaciones (1964), Agenda (1991) y Cuaderno de Nueva York (1998).