Según la RAE, describir consiste en "representar o detallar el aspecto de alguien o algo por medio del lenguaje". Aunque no sea una definición muy completa para el caso que nos ocupa, una definición es un ejemplo de texto descriptivo, y un diccionario, como el de la RAE, es un repertorio de textos descriptivos. La definición es uno de los escasos casos de texto descriptivo puro: su objetivo es conseguir el alcance o la identificación del significado, el sentido o el referente de una palabra por parte del lector.
De esto se puede deducir que la función predominante en el texto descriptivo es la informativa o referencial, esto es, la búsqueda de correspondencia entre la intención ilocutiva del emisor y la interpretación del receptor. En toda descripción hay un intento de encasillar la información nueva de los referentes dentro del acervo cultural del receptor.
La descripción es una variedad del discurso mediante la cual se atribuyen a su objeto (a lo descrito) determinadas cualidades o propiedades, para así darlo a conocer o integrarlo en el conocimiento compartido entre hablante y oyente, por eso se denomina al objeto de la descripción como anclaje. Puede aparecer en marcos discursivos muy diferentes (narración, lírica, acotación, receta, exposición, publicidad, prosa científica o filosófica...).
Caracterización lingüística
El texto descriptivo presenta unas características gramaticales que lo hacen fácilmente identificable. El conocimiento de estas facilita además la producción de descripciones, sobre todo en el caso de las científico-técnicas, más rígidas y rigurosas en su estructura.
Características morfosintácticas
Las clases de palabras predominantes en la descripción son los sustantivos y los adjetivos, ya que la referencia es superior en importancia a las acciones. Los sustantivos presentan los temas, los objetos y sus partes o características, y los adjetivos especifican sus cualidades.
En un texto técnico, por su finalidad práctica, la adjetivación está más limitada. La exigencia de exhaustividad obliga al pormenor de las partes o características del objeto, lo que provoca el dominio cuantitativo del sustantivo.
Los adjetivos, ya sean necesarios para la identificación del referente o epítetos, sirven para modificar el sentido del sustantivo. Para esto, como para tantos casos, la sintaxis ofrece otros métodos de adjetivación. Los recursos de la sintaxis completan las posibilidades a donde no llegan las categorías gramaticales.
Las preposiciones, como transpositores sintácticos, permiten que un sintagma nominal ejerza la función de un adjetivo como modificador de un sustantivo. La misma función transpositora actúa desde los relativos, en este caso para lograr que una oración completa sirva como modificador del sustantivo. (Por ejemplo: Era un niño muy tonto / Era un niño de pocas luces / Era un niño que no sabía hacer la o con un canuto.)
El hecho de que, gracias a la recursividad, la posición del adjetivo pueda ser ocupada por otro tipo de unidades demuestra que la categoría gramatical que actúa como eje de la descripción es el sustantivo. No habrá descripción sin sustantivos, sin la posición que ocupan como núcleo del sintagma nominal. Es decir que el peso de la descripción reposa sobre el sintagma nominal.
Las formas verbales
En cuanto a la sintaxis oracional, la estructura atributiva o los verbos que aceptan estructuras predicativa (principalmente de sujeto pero también de objeto directo) inciden en el objetivo de centrar la importancia en los sintagmas nominales. Las acciones no son importantes a la hora de presentar o caracterizar un objeto, excepto en las descripciones dinámicas, en las que los rasgos privativos del objeto a describir sean sus acciones.
Pero tanto en la descripción estática como en la dinámica, el paso del tiempo no es un rasgo funcional. Por eso la complejidad de las formas verbales no es una característica del texto descriptivo, es más, la distinción temporal se resume en presente y pasado, no necesita mayor variedad.
-El presente de indicativo se utiliza para las descripciones técnicas o referidas al mismo momento de la enunciación, y también sirve como presente atemporal o histórico, para reducir al máximo las significación de las formas verbales, para centrar la atención en la estructura, partes, características o propiedades del referente.
-En las descripciones literarias es común que aparezca el pretérito imperfecto. La oposición entre ambos se reduce a la diferencia entre tiempo presente y pasado, por lo que, siendo el pasado el tiempo más común de los relatos, las narraciones en pasado irán ancladas con descripciones en pasado, sea la narración ficticia o real, literaria o una declaración jurada.
Sintaxis oracional
Una de las dificultades de la descripción está provocada por la ineludible linealidad del lenguaje. Las partes de un objeto están presentes al mismo tiempo, como un todo, y no son independientes del objeto. Pero como la simultaneidad es imposible en las lenguas, la manera de aproximarse a su idea es la yuxtaposición. Con oraciones yuxtapuestas sucesivas se logra representar la simultaneidad de las características.
La coordinación se utiliza para marcar el orden de los componentes o partes del objeto descrito. Los nexos y los adverbios o complementos circunstanciales son el método más directo para expresar la localización.
Características léxicas
El léxico en general es de carácter denotativo y la adjetivación, especificativa. En la descripción científica se emplean tecnicismos y en la literaria pierde importancia la denotación, aunque no desaparece.
Los términos con significado locativo aparecen con la finalidad de situar en el espacio tanto el objeto descrito, con respecto a un marco o contexto, como las partes de las que pueda constar. El referente principal de una descripción es el espacio, y, como no existen formas gramaticales de actualización espacial, los valores semánticos de adverbios o sintagmas preposicionales cumplen esa función. Actúan en la oración como complementos circunstanciales.
Con la finalidad de acercar el referente al receptor, para facilitar la comprensión, se recurre a la analogía significativa. Esta estrategia consiste en comparar el objeto de la descripción con otro objeto o concepto más sencillo o familiar para el receptor. Es frecuente en textos académicos y muy habitual en los literarios, pero no debe aparecer en una descripción científica.
Estructura textual
La estructura básica de la descripción consta de una definición del objeto más el establecimiento de sus distintas partes, propiedades o cualidades. Se suele calificar su forma de piramidal, con un primer nivel que señala el aspecto general y después sus partes o características, que se irán describiendo ordenadamente a continuación.
Esta estructura se explica a partir de la deíxis. La localización en una descripción parte, como la actualización temporal de la narración, de una organización deíctica egocéntrica, en este caso, deíxis espacial. El objeto se sitúa respecto al punto de vista espacial del emisor, o es ubicado en el centro, como una posición absoluta, alrededor de la cual se ubican todas sus partes y características.
Gracias a la tematización esta organización deíctica puede avanzar en varios grados. Cada parte referida del objeto descrito es susceptible de convertirse en objeto de descripción, es decir, la información nueva puede convertirse en tema, con lo cual avanzamos a una deíxis alocéntrica cuyo centro es diferente al anterior. Y como es muy difícil agotar todas las características de una realidad, todo rema, cualquier particularidad de un objeto, podría convertirse en un nuevo objeto de descripción, en un nuevo tema. Así, con la tematización como instrumento principal, la descripción consigue crear una visión más completa de su objeto, una perspectiva, que es etimológicamente una visión más atenta o más ajustada a la realidad.
Aunque la organización del discurso descriptivo depende de ciertas convenciones (composición, uso o propideades del objeto; así se diferencia la descripción en prospectos, manuales de instrucciones, recetas...), la ordenación espacial es necesaria para conseguir que el receptor alcance la información. Esto se consigue principalmente con adverbios o sintagmas preposicionales con función de organizadores del discurso.
Pero también hay que referir, muchas veces, cualidades o partes que no son descriptibles por su sola ubicación (así en la descripción de un uso o en una receta de cocina). Para esta finalidad se emplean dos tipos de marcadores oracionales: las unidades que encadenan características o funciones (además, así mismo, también...) y los ordenadores textuales (en primer lugar, por otra parte...).
En resumen, la base de la organización textual se crea a partir de cuatro procesos descriptivos:
-fijación referencial, que determina el tema o anclaje, y suele ocupar la posición inicial de la secuencia descriptiva, aunque puede aparecer en otra posición o incluso no estar expresa.
-aspectualización, que consiste en el desglose de las partes, propiedades o cualidades.
-puesta en relación o asimilación, que apoya la descripción en comparaciones o metáforas.
-subtematización, que, como ya explicamos, propicia la expansión al hacer de cada aspecto una posible descripción.
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