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lunes, 8 de septiembre de 2014

Bases de la argumentación. Teoría del texto argumentativo.

Los tipos de texto son herencias culturales que facilitan las necesidades expresivas y comunicativas. Para su funcionamiento, le imponen restricciones al hablante en la codificación y sirven de guía al oyente para su interpretación. Todo texto tiene una finalidad, es decir, es un hecho pragmático.

El estudio de la tipología textual sirve para lograr una expresión escrita correcta en situaciones diferentes. Es una parte de las técnicas de uso del lenguaje como herramienta.

El texto argumentativo

Así como el texto narrativo se puede identificar por sus características morfológicas (flexión verbal) o el descriptivo por las sintácticas (modificación de sustantivos, es decir, adjetivación), el texto argumentativo se define por su función pragmática. La argumentación es un acto perlocutivo, es decir que busca intervenir sobre la actuación del oyente o receptor. Por esto se puede definir la argumentación (Christian Plantin, La argumentación) como "la operación por la cual un enunciador busca transformar por medios lingüísticos el sistema de creencias y representaciones de su interlocutor".

Sea real o figurado, el receptor toma la mayor importancia en este tipo de textos. Tanto es así que la secuencia argumentativa siempre incluye, implícita o explícitamente, referencia a posiciones contrarias. A diferencia del texto expositivo, que debe ceñirse a las verdades y formas de la ciencia a la que se refiere, la argumentación es posible en cualquier registro o nivel de la lengua. Usará el que mejor se adapte al receptor, se expresará en el que ofrezca mayor posibilidad de persuadirlo.

Ese otro al que hay que convencer puede ser el lector, pero también puede ser un receptor que figure en el texto, o incluso intervenir creando un diálogo. Puede estar de acuerdo o en desacuerdo con la tesis, o también puede iniciarse en la cuestión con ese mismo texto.

Hasta aquí hemos visto que para que se dé la argumentación son necesarios:

- una cuestión que admita varias posibilidades,
- un emisor que defiende una de ellas,
- un antagonista (real o figurado, activo o pasivo) al que persuadir
- y el proceso de convencer que forma el texto argumentativo.

Sus características comunicativas, según Salvador Gutiérrez Ordóñez, son las siguientes:

  - El papel de la argumentación es ofrecer las razones que conducen a una conclusión determinada. (Aunque hay argumentos ilógicos, porque la argumentación no relaciona estados de cosas sino enunciados.)
  - La argumentación es relacional: relaciona argumentos con una conclusión.
  - Es indisociable de la polémica: la argumentación se hace necesaria por causa de un desacuerdo real, supuesta o posible.
  - Posee una finalidad perlocutiva: pretende conseguir que el receptor cambie.
  - No es forzosamente dialogal (el emisor puede refutarse a sí mismo, no hay un "otro").
  - Los límites de un argumento no coinciden necesariamente con los de un enunciado. (Un argumento puede estar formado por varios enunciados, incluso una narración o una exposición pueden ser argumento, y en un solo enunciado pueden aparecer justificación y refutación, argumento y contraargumento.)

Lo que diferencia una argumentación de una demostración (además de la finalidad: hacer actuar frente a hacer saber) es que la demostración trata de ser lógica, objetiva y definitiva, mientras que la conclusión de un texto argumentativo no pretende ser definitiva. La demostración trata de ser irrefutable, y para eso se somete a la verdad. Frente a esto, la finalidad de la argumentación de actuar sobre las personas le permite contar entre sus métodos con la manipulación o el uso de argumentos o conclusiones falsas. Su relación con la ética es un tema transversal, no lingüístico, y siempre estará sometida a los valores de la sociedad y la época.

Para convencer, la argumentación utiliza los principios de la dialéctica y de la lógica. Esto es: probabilidades (nunca certezas, pues sobre ellas sería innecesario argumentar) y silogismos en cuanto a la dialéctica, y noción de causalidad y encadenamiento de razones como hace la lógica.

Las características lingüísticas del texto argumentativo varían mucho según el registro, por eso es más fácil identificarlo por su función textual. De todas formas, en general, ya que se busca intervenir sobre el receptor, se intenta evitar cualquier ambigüedad (y para eso se proponen reformulaciones e incisos). También son comunes las oraciones subordinadas, como forma de destacar la relación entre ideas o hechos. Para el mismo fin, la presencia de conectores entre enunciados es más común que en otros tipos de textos, sobre todo los nexos consecutivos y finales, para dirigir al receptor hacia las conclusiones deseadas.

Para reforzar o aparentar objetividad predomina la modalidad enunciativa, y las interrogaciones retóricas como apelación al receptor. Esto remarca la importancia capital de su figura en el texto argumentativo.


Para identificarlos mejor es bueno saber en qué casos se utilizan, dónde podemos encontrar textos argumentativos. Así se identifican dos espacios principales: el personal y los medios de comunicación.

Los medios de comunicación no se limitan a informar. Siempre hablan desde un punto de vista, y en muchos casos, en acontecimientos de los que pueden surgir polémicas, toman partido e intentan convencer a sus lectores, o darles argumentos con los que defender una tesis. Además de informar, pretenden crear opinión. Para conseguirlo disponen de dos instrumentos principales: el artículo de opinión o de fondo y el editorial. En el primer caso el autor defiende una opinión personal y en el segundo se exponen las tesis que defiende la línea editorial del medio.

Otro caso de argumentación en los medios es la publicidad. En algunos casos intenta persuadir sin utilizar el lenguaje, pero en otros, en los que nos interesa, su contenido es una argumentación.

En cuanto a los textos argumentativos de carácter personal, hay que distinguir en primer lugar entre los orales y los escritos. Orales son el discurso y el debate, escritos la instancia y la reclamación (podrían incluírse ente estos las cartas al director en prensa, pero siguen el mismo esquema y finalidad que los artículos de opinión).

El discurso es la presentación de una argumentación ante un auditorio. El orador debe tener en cuenta la clase de público, la duración de la que dispone y la finalidad que pretende (manifestación del acto perlocutivo).

El debate consiste en el enfrentamiento de tesis diversas. En este caso se vuelve patente la contraargumentación y, aunque la finalidad es llegar a una conclusión común, no es extraño que haya debate sin ella.

La instancia es un documento que sirve para solicitar algo a un organismo (público o privado). Es un documento formal, lo que condiciona su registro y lleva a un mayor rigor en la selección y en la presentación de los argumentos.

La reclamación presenta una queja por un daño recibido. La argumentación aquí es doble, porque el reclamante necesita justificar el daño y a continuación demostrar la justicia de la reparación que solicita.


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