Muchos han sido los críticos que se han ocupado de esta obra y en buena consonancia múltiples han sido las interpretaciones de la misma. Idéntico crisol de opiniones es el que ha generado el talento crítico a la hora de analizar su estructura, no dejando de resultar curioso que siendo uno el cadáver la disección sea múltiple, como si esta dependiera por entero del bisturí que la ejecute. En todo caso, consideremos aquello de que el texto literario es pulifuncional y multisignificativo, apotegma grandioso que me enseñaron en mi tierna juventud y que viene a ser algo así como un salvoconducto al universo del relativismo académico.
No obstante, paciente lector, no he de caer yo en esta comedia de la confusión y a riesgo de ser simplista, lo cual no sería más que lealtad a mi naturaleza, le propongo una única posibilidad (Y no lo hago sino en aras de la pedagogía, ese otro salvoconducto que nos salvaguarda de la mediocridad).
Debemos a Russell, autor de Temas de "la Celestina" y otros ensayos una división digamos que argumental de la obra que, a los fines que persiguen estas palabras, resultará satisfactoria.
De este modo, en la obra encontraríamos un prólogo, que se correspondería con el primer encuentro entro los amantes. En este primer momento se encontraría planteado en esencia el conflicto de la obra. La primera parte procuraría resolver este conflicto, es decir, el encuentro de los amantes mediante la participación de Celestina y los criados. Esta primera parte finalizaría con la muerte de todos ellos, lo cual, obviamente abre, en potencia, un nuevo conflicto. Este se resolverá en la segunda parte de la obra, donde las "amigas" de los criados buscarán venganza. Esta segunda parte concluirá en los tres últimos actos con el fatídico final que todos conocemos. Este final o conclusión no solo cierra el conflicto planteado en la segunda parte sino que, al mismo tiempo, concluye con el conflicto planteado en el prólogo que había apuntado Russell.
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