Este señor es Guilherme de Santa-Rita, un pintor portugués de limitado talento pero potente personalidad según señala Ángel Crespo en La vida plural de Fernando Pessoa. Colaborador de la revista Orpheu, se convertirá en profeta del futurismo en Portugal al dirigir y financiar la revista Portugal Futurista en 1917. Sin embargo, y pese a los esfuerzos de Santa-Rita, el futurismo no llegará a cuajar en tierras lusas. La incautación de la revista.por la policía pocos meses después de su presentación en público, la muerte del propio Santa-Rita en 1918 (una buena muestra de su personalidad será la pregunta que le espetará a su médico ya agonizante: "¿No será fiebre africana, doctor?", cuando no había estado nunca en África) y la situación política que experimentaría el país (intervención en la Primera Guerra Mundial, dictadura de Sidónio Pais, su posterior asesinato y el gobierno de Sá Cardoso) crearon un clima poco propicio para que el retoño vanguardista llegase a germinar con fuerza.
La cuestión, es que ahora mismo estoy escribiendo sobre el pobre Guilherme porque en su Portugal Futurista Álvaro Campos tendría a bien publicar su poema Ultimatum, obra de gran calidad poética y marcado carácter agitador que cuenta entre sus versos algunos de trepidante actualidad como estos tan estupendos:
"Deixem-me respirar!
Abram todas as janelas !
Abram mais janelas do que todas as janelas que há no mundo!"
"Deixem-me respirar!
Abram todas as janelas !
Abram mais janelas do que todas as janelas que há no mundo!"
Pero hoy he aprendido otras cosas. Por ejemplo he aprendido que el panorama literario portugués de la segunda década del siglo XX estuvo marcado por la aparición de cuatro revistas, sin duda muy diferentes pero complementarias pues, sin la presencia de cada una de ellas resulta difícil justificar su aparición de las otras.
La primera de estas revistas sería la citada Orpheu. Su propósito declarado fue el de poner en hora, hora europea se entiende, el atrasado reloj literario y artístico portugués. Esta pretensión, sin embargo, se quedó en una mera intención. Tal y como señala Ángel Crespo en la obra arriba apuntada, un repaso por la nómina de colaboradores y los textos publicados nos obligaría a concluir que la revista resultaba, a fin de cuentas, bastante conservadora. Explicar el escándalo que acompañó a esta publicación ya es harina de otro costal y parece guardar relación con la incapacidad del periodismo luso del momento para asumir los cambios culturales provenientes del exterior.
Como reacción conservadora al escándalo órfico surgirán Exilio y Centauro, publicaciones en las que sí tendrían cabida algunos de los colaboradores de Orpheu, como Pessoa, pero que dejará fuera a los colaboradores de aquella más radicales como Campos, Almada Negreiros y el propio Santa-Rita.
De este modo, Portugal Futurista surge como una reacción a la reacción conservadora, pero también pretende crear un hábitat propicio para los excluidos.
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