Hoy he terminado de leer los últimos tres capítulos de este libro de Dolors Reig (@dreig). Lo cierto es que ahora mismo no tengo demasiadas ganas de registrar mis impresiones sobre el mismo y, muy posiblemente, puede que en el futuro cercano estas ganas no se vean acrecentadas. Son tan azarosas las circunstancias que han envuelto esta lectura que pretender reflexionar seriamente sobre toda ella puede resultar pretencioso.
No obstante, como resultado de esta intención mía (la de construirme unos apuntes ampliados), sí que he ido tomando algunas notas sobre estos últimos capítulos y creo que sobre ellos podré reflexionar aquí, aunque solo puede que haya comprendido muy poco de los mismos.
Una primera reflexión que me ha parecido interesante guarda relación con la presunta bondad o perversidad de las nuevas tecnologías, es decir, sobre si estas nos están haciendo más listos o más tontos. Ya se sabe que la polémica es antigua y tal vez no sobraría recordar la distinción establecida por Eco para los medios de comunicación. El caso es que Reig, como buena optimista, sugiere, sin afirmarlo tajantemente, que las nuevas tecnologías no nos hacen más tontos, sino que simplemente propician nuestra evolución permitiéndonos integrarnos de manera eficiente en un nuevo tipo de realidad que bien pudiéramos considerar resultado de la sociedad aumentada de la que nos habla. La idea, debo de reconocerlo, es sugerente, y se encuentra convenientemente cimentada con la autoridad de "renombrados evolucionistas".
Interesante en esta línea resulta el estudio reseñado por Reig y realizado por Betsy Sparrow. Para esta psicóloga Internet se ha convertido en una especie de memoria transactiva. Las implicaciones de este descubrimiento, no sé si más sugerente que fiable, resultan importantísimas para el ámbito educativo. La memorización, al menos a gran escala, deja de resultar pertinente. La web, con su ubicuidad, funciona como una excelente memoria auxiliar, más rápida, más "fiable" (si se sabe buscar) y de capacidad ilimitada. Por lo tanto, las voces que piden al profesor que modifique su función o papel, ganan fuerza.
También resulta interesante, con evidentes connotaciones educativas, la reflexión realizada por Dolors sobre la escritura hoy en día. Hace tiempo que algo parecido a lo expuesto por Reig rondaba por mi cabeza como una mera intuición, ahora Reig aporta datos concluyentes y se convierte en una fuente de autoridad citable.
Hoy en día los jóvenes escriben más que cualquier otra generación en la historia. La utilización masiva de las redes sociales les obliga a utilizar este tipo de código, aunque razones económicas los hayan llevado a crear un nuevo registro caracterizado por la economía (monetaria, física, temporal...). Este hecho ya de por sí me resulta interesante, ya que como fenómeno lingüístico cuenta con sus propias implicaciones, pero no es posible obviar las bondades educativas que en el ámbito de la enseñanza de la lengua pueda llegar a tener, hacerlo sería renunciar a conectar el aprendizaje informal con el que se da en las aulas al tiempo que se desaprovecha una magnífica oportunidad de poner en marcha un aprendizaje significativo.
En esta misma línea también resulta interesante la definición que la autora propone del término texting (abreviatura de text messaging) Reig hace referencia con él al registro empleado por los adolescentes en la escritura de mensajes de texto. La reflexión que realiza sobre la capacidad de síntesis que muestran los adolescentes al utilizar este registro me parece adecuada y, al mismo tiempo, establece prometedoras relaciones con la postura mantenida por H. Gardner sobre los cinco tipos de mentes que será preciso dominar en el futuro si se quiere triunfar.
Pasa a hablar la autora sobre la importancia de la creatividad. La necesidad no ya tanto de crear información, sino de hacerse las preguntas importantes. De este modo nos hablará de la teoría de las inteligencias múltiples de Gardner y de la visión de la creatividad planteada por Robinson, posturas ambas que nos llevan a pensar sobre la necesidad de llevar a cabo un cambio en nuestra forma de acercarnos al conocimiento y, sobre todo, de "impartirlo".
Debemos considerar que existe una cosa que se denomina "inteligencia colectiva" y que precisamente la innovación, tan relacionada con la recién citada creatividad, surge en buena medida, tal y como establece Steven Johnson, de la apertura de la sociedad y de la conectividad de las personas. De este modo la colaboración se convierte en la fuerza constructiva de las grandes ideas.
En la misma línea, es decir, relacionado con la inteligencia colectiva, James Surowiecki en Cien mejor que uno establece los principios que la caracterizan, entre los que Reig cita: diversidad, descentralización, agregación y organización. Respecto a esta última característica, afirma Dolors, y creo que lo hace con indudable perspicacia, que el docente debe funcionar "como organizador de la inteligencia colectiva en las aulas, en la consecución tanto de productos de conocimiento como de experiencias de aprendizaje significativas y de calidad".
Continúa la autora llamando la atención sobre el hecho de que buena parte de las características de la web social se están transplantando a la sociedad, constituyendo lo que bien podemos llamar sociedad 2.0. En buena medida esto sucede como resultado de la crisis generalizada que la sociedad postdigital o ĺíquida, en términos de Bauman, está sufriendo, pero también, como ha expuesto ya en este mismo libro Dolors, como resultado de las disonancia cognitiva que las nuevas generaciones experimentan al no poder trasladar a la realidad ciertos aspectos que sí experimentan en Internet, lo cual, dicho sea de paso, nos conduciría a la sociedad aumentada. De los múltiples ejemplos que la autora expone, desde la economía a los modelos de negocio pasando por la industria energética (curiosa al respecto resulta la postura de Jeremy Rifkin), sin duda la más interesante para mí guarda relación con la crisis que afecta a la educación y la necesidad de rediseñar el papel del docente como guía e inculcador de valores. En esta misma línea resulta más que prometedora la relación establecida por Dolors entre el concepto de "zona de desarrollo próximo" establecido por Vygotski en Mind in society: the development of higher psychological processes, y las posibilidades de la web social. Si se guía al alumno convenientemente en su búsqueda de conocimiento, resulta evidente que las potencialidades de la web, donde el conocimiento es prácticamente ilimitado, propiciará que las posibilidades de desarrollar esa zona de desarrollo próximo se multipliquen.
El último capítulo del libro está dedicado a aportar razones para el optimismo. Eso ya, cada cual.
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