"La teoría literaria en el siglo XX", José María Pozuelos Vyvancos
Curso de teoría de la literatura
La estética de la recepción se encuentra íntimamente relacionada con el desarrollo de la fenomenología y la hermenéutica y supondrá, en palabras del propio Hans Robert Jauss, un cambio del paradigma teórico de la ciencia literaria ("Historia de la literatura como una provocación a la ciencia literaria" en En busca del texto, teoría de la recepción literaria).
Ya en fecha tan temprana como 1973 el académico Oscar Tacca afirmaba al respecto que "uno de los cambios más importantes registrados en la crítica contemporánea es el esfuerzo por ver la obra no desde el lado de su producción, sino de su consumición" (Las voces de la novela). Una afirmación así nos informa sobre un cambio en las prioridades de la teoría literaria. El punto de interés de la crítica se desplaza desde los mecanismos de producción (léase autor, mecanismos formales, etc.) hacía el proceso de recepción del texto. Se considera que la obra literaria como tal solo comienza a existir cuando es leída, y la lectura constituye el único mecanismo mediante el cual el texto logra actualizarse en un objeto artístico.
Roman Ingarden, al que muchos consideran padre de la estética de la recepción, se verá fuertemente influido por el programa fenomenológico, por el concepto de temporalidad de Gadamer y por la idea de "objeto estético" de Jan Mukařoskỳ. El núcleo duro de su teoría se articulará entorno a dos conceptos claves. La indeterminación y la concretación.
Para Ingarden la obra literaria es un objeto intencional y heterónomo al mismo tiempo. Es un acto que depende de la conciencia pero no por ello se convierte en pura idealización, aunque tampoco, como afirma el filósofo polaco, cuenta con plena objetividad.
La obra literaria estará formada por diferentes estratos: estrato de las palabras y los sonidos (estrato material), estrato de las unidades de significado, estrato de los objetos representados y el de los aspectos esquematizados por los que esos objetos aparecen en la conciencia. Estos cuatro estratos conforman el esqueleto de la obra de arte que el receptor debe actualizar mediante el acto lector. Así, los objetos representados son los que generarán lugares de indeterminación que deben ser rellenados mediante la lectura. Este proceso es el que recibe el nombre de concretación.
Wolfgang Iser será uno de los seguidores más destacados del filósofo polaco y establecerá en su obra El acto de leer su particular modo de entender la estética de la recepción. Para Iser la lectura no debía ser entendida como una mera subjetivación, sino más bien como el resultado de relacionar las imágenes del lector con los esquemas de la estructura de la obra.
Como resultado de sus trabajos surgiría el concepto de lector implícito, con el cual Iser pretendía explicar la preestructuración del significado potencial de un texto al tiempo que personificaba ese potencial existente en el proceso de lectura.
El lector, en el sistema planteado por Iser, parte de una posición de pre-comprensión, ya que cuenta con toda una serie de creencias y expectativas. Esta postura inicial se verá modificada durante el proceso de lectura por la intervención de las estrategias textuales. Entre ellas, por ejemplo, la ficcionalidad hará evidente la falta de correlación entre los objetos textuales y la vida real, dando lugar a lo que denomina imaginarios. El proceso lector será el encargado de limitar todas las posibilidades que se derivan de esos imaginarios.
Hans-Robert Jauss, otro de los discípulos de Ingarden, estará más influido por las ideas de Mukařoskỳ. Para Jauss la indeterminación de la que habla Ingarden jugará un papel capital, pero no en términos individuales, sino colectivos. La obra literaria tomará distintos sentidos dependiendo de las circunstancias culturales e históricas. Esto supone que no existe ni una lectura fija ni una lectura institucionalizada, al menos de manera peremne, sino que la lectura dependerá, en última instancia, de las circunstancias en las que dicho proceso se lleve a cabo.
Como consecuencia de estas reflexiones Jauss propondrá una nueva historia de la literatura que incluya las interpretaciones que de una obra dada se ha ido dando a lo largo de la historia.
Para saber un poco más sobre la Estética de la recepción.
Wolfgang Iser |
Como resultado de sus trabajos surgiría el concepto de lector implícito, con el cual Iser pretendía explicar la preestructuración del significado potencial de un texto al tiempo que personificaba ese potencial existente en el proceso de lectura.
El lector, en el sistema planteado por Iser, parte de una posición de pre-comprensión, ya que cuenta con toda una serie de creencias y expectativas. Esta postura inicial se verá modificada durante el proceso de lectura por la intervención de las estrategias textuales. Entre ellas, por ejemplo, la ficcionalidad hará evidente la falta de correlación entre los objetos textuales y la vida real, dando lugar a lo que denomina imaginarios. El proceso lector será el encargado de limitar todas las posibilidades que se derivan de esos imaginarios.
Hans-Robert Jauss |
Como consecuencia de estas reflexiones Jauss propondrá una nueva historia de la literatura que incluya las interpretaciones que de una obra dada se ha ido dando a lo largo de la historia.
Para saber un poco más sobre la Estética de la recepción.
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