Si
hemos visto que el texto es forma lingüística, el análisis del
discurso se ha centrado en explicar que el discurso es sustancia, es
decir, la realización efectiva de una estructura textual en un
contexto concreto. Esto, obviamente, implicará el estudio del texto
desde una doble perspectiva: la interna, propia de la lingüística
del texto, y la externa, cercana a los planteamientos de la
pragmática. Así, el discurso supondrá una determinada estructura
textual seleccionada en virtud de los condicionantes sociales
determinados por el momento de la enunciación. Es aquí, por lo
tanto, donde las cinco primeras normas de textualidad propuestas por
Beaugrande y Dressler encuentran su plena justificación. El estudio
de la intencionalidad, la situacionalidad, la informatividad, la
intertextualidad y la aceptabilidad guardan relación obviamente con
las coordenadas extralingüísticas que determinan las elecciones
textuales que configuran un texto. Así, retomando lo anteriormente
apuntado, el sentido de un texto, no es la suma de los significados
léxicos de las unidades lingüísticas presentes en el mismo, a ello
habría que sumar el significado extralingüístico de carácter
pragmático que resulta crucial en la configuración del discurso.
De
este modo, el discurso se convierte en una unidad de uso y
determinada por una serie de condicionamientos básicos como el
marco, el registro o la tipología textual. Ya
Isemberg demostrara
que cualquier tipología textual debe basarse en cuatro principios:
homogeneidad, analizar todo los tipos con los mismos
criterios; exhaustividad, debe abarcar todos los textos
posibles; monotipia, un texto solo puede clasificarse dentro
de un tipo, y ausencia de ambigüedad. Así, los discursos
pueden diferenciarse según su posibilidad de pertenecer a un género,
registro, modelo textual o sociolecto. Surge de este modo una
clasificación genérica de los discursos en la cual cada género es
una agrupación abstracta de textos que cumplen funciones sociales
similares y tienen ciertas características formales en común:
debates, reportajes, entrevistas, cartas, novelas, crónicas…
Debemos
a Bajtin un primer esfuerzo por intentar sistematizar los diferentes
géneros discursivos. Para este autor existiría una primordial
división entre lo que el considera géneros primarios y géneros
secundarios. Dentro del primer grupo incluiría la conversación
considerando como géneros secundarios a los discursos periodísticos,
publicitarios, jurídicos, literarios y científicos.
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