A la hora de enfrentarnos a un texto narrativo el concepto de
verosimilitud resulta crucial. Por verosimilitud entendemos la
comunión entre de los aspectos puramente imaginarios de un texto
-toda narración literaria en cuanto literaria es ficción- y la
necesidad de que ese mundo imaginado resulte creible. En el texto
narrativo las condiciones de verdad que rigen la realidad quedan
suspendiadas y serán sustituidas por las normas de lo verosimil.
Estas normas serán aceptadas de antemano por el receptor del texto
narrativo que entabla un pacto narrativo basado en las normas de
enunciación-recepción. Brevemente, estas normas pueden ser
enunciadas del siguiente modo:
- Quien escribe el texto no existe en el texto.
- Quien se encarga de contar es el narrador.
- El narrador es distinto del autor implícito. Por autor implícito debemos entender al responsable de la creación dentro de la ficción.
- El receptor real del texto (oyente/lector) no debe ser confundido con el narratario (personaje que dentro de la ficción ejercerá el papel de receptor)
- Receptor real y narratario serán distintos del lector implícito. Este último término, acuñado por Wolfang Iser, hace referencia a una serie de valores que en potencia se encuentran en todo texto y serán activados por el receptor. El lector implícito genera de este modo un marco interpretativo de referencia del texto narrativo.
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