Los postulados idealistas dentro de la teoría literaria han
considerado, de manera general, que los géneros literarios responden
a criterios clasificatorios de carácter epistemológico que no
responden a la naturaleza empírica del objeto literario.
Hemos visto como Benedetto Croce niega de manera sistemática la
existencia de los géneros literarios. Desde su punto de vista la
existencia de estos “cajones de sastre” solo colaboran a falsear
la interpretación y comprensión de las obras literarias al
institucionalizar patrones valorativos de carácter estético que se
basan en la fidelidad a deterninados moldes. En su opinión, la obra
literaria debe ser considerada de manera individual y el juicio
estético subyacente a esta consideración debe basarse en aquello
que expresa y en el modo de expresarlo.
Postulados cercanos al idealismo mantiene el profesor Carlos
Bousoño. Bajo su punto de vista la división genérica,
especialmente después del Romanticismo, se ha vuelto inoperante e
injustificada. Considera este autor que el continuo trasvase entre
géneros y la radical intertextualidad que es dado descubrir en la
literatura contemporánea hace más productivo hablar de diferencias
cuantitativas en la gradación de distintos elementos artísticos.
Así, en algunas obras encontraremos mayor presencia de elementos
líricos o una mayor intensidad estética mientras, en otras,
predominarán una mayor cantidad de elementos narrativos y una menor
carga estética.
Por su parte los representantes de la denominada Nouvelle Critique
cuestionarán el aspecto esencialista y normativo de la clasificación
genérica de los textos literarios. Desde su perspectiva se hace
necesario ampliar los términos que determinan la noción de género
y, en ciertos casos, replantear radicalmente qué debemos entender
por géneros literarios.
Así, Gerard Genette propondrá ampliar la perspectiva desde la cual
se establecen los diferentes géneros literarios y, para ello,
propondrá estudiar los textos literarios teniendo en cuenta las
relaciones de architextualidad e hipertextualidad que una obra
concreta mantiene con el conjunto de textos que conforman un género.
Desde el primer punto de vista se debería considerar las relaciones
que una obra mantiene con la obra prototípica que colabora a la
constitución de un género. Las segundas de estas relaciones se
ocuparán de las relaciones existentes entre la obra en cuestión y
el resto de obras que de manera apriorística configuran el género
literario.
En el mismo marco teórico se moverán Ducrot y Todorov, para
quienes el concepto de género que tradicionalmente viene manejando
la teoría literaria responde a una concepción incoherente del
mismo. Consideran estos autores que lo que tradicionalmente
denominamos género literario responde a lo que ellos consideran
géneros históricos. Estos géneros responderán a unos moldes
estéticos propios de una época y son el resultado un proceso
inductivo basado en el estudio de las obras literarias. Junto a este,
estos autores señalan la existencia de las denominados tipos o
géneros teóricos. Estos tipos serán establecidos mediante un
proceso deductivo que partirá del estudio de las diferentes
modalidades de discurso. De este modo, la evolución de los géneros
y la creación de nuevos subgéneros, dependerá de la fidelidad que
las nuevas obras literarias mantengan con los géneros históricos o
con los tipos.
La Semiótica también se ha ocupado del estudio de los géneros
literarios. Para esta ciencia los géneros constituyen un concepto de
carácter social basado en la repetición de patrones estéticos
reconocibles por los lectores. Según Greimas existen toda una serie
de presupuestos ideológicos que determinarán la pertinencia de las
distintas formas litearias al tiempo que, estos mismo principios,
configuran los límites de lo admisible en cuanto a la transgresión
de los modelos.
Por último, la Estética de la Recepción ha puesto el punto de
mira en la dimensión institucional de los géneros literarios y en
el papel jugado por los lectores en la evolución de los mismos.
Hans Robert Jauss considera que los géneros literarios constituyen
horizontes de espectativas. El lector, en virtud a su competencia
literaria, parte de una previsión de lo que puede encontrar al
enfrentarse a una obra literaria. Por su parte el creador debe tener
en cuenta estas espectativas para generar su obra que, en términos
generales, será más o menos original en función del grado en el
que se aleje de las mencionadas espectativas.
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