Dado el número y la protéica variabilidad de los personajes que
pueden aparecer en un texto narrativo la narratología se ha mostrado
siempre reacia a establecer una clasificación de los mismos. No
obstante, más alla de la distinción entre personajes protagonistas
y secundarios, se han propuestos varios modelos taxonómicos.
El modelo psicológico
Este modelo es el resultado de aplicar a los personajes los
atributos caracterológicos resultantes de la reducción sincrética
de la personalidad humana. Así, tendremos personajes bondadosos,
malvados, psicópatas o esquizofrénicos como nuestro don Quijote.
Obviamente, este tipo de clasificación solamente resulta operativa
en el ámbito reducido de una obra narrativa concreta.
Estructural-actancial
Pozuelo Yvancos, “Teoría de la narración”, renuncia en su
modelo a las características psicológicas de los personajes.
Propone considerar a los personajes en función del papel que juegan
en el desarrollo de la trama y en la estructura subyacente, es deeir,
son considerados en función de su papel actancial.
Reconoce el propio Yvancos que este modo de proceder guarda
evidentes deudas con el concepto de esferas de acción de Propp. Para
Propp una esfera de acción se define teniendo en cuenta del papel
que la misma desempeña en el desarrollo de la trama. Considera Propp
que cada esfera de acción puede ser desempeñada por más de un
personaje al tiempo que un personaje puede desempeñar diferentes
esferas de acción.
Greimas intentará crear, partiendo de las propuestas de Propp, un
modelo que de carácter general de los diferentes tipos de
personajes. Genera de este modo un sistema binario formado por tres
pares de parejas: destinador, promueve la acción, versus
destinatario, recibe el beneficio de la acción. Sujeto, desea el
objeto, versus objeto, lo deseado por el sujeto. Adyuvante, colabora
con el sujeto para conseguir el objeto, versus opositor, se opone a
que el sujeto alcance el objeto. Esta clasificación, con ser
ilustrativa en muchos casos, se muestra inoperante en textos
complejos.
Sí que resulta bastante más productiva la clasificación planteada
por Eduard Foster en Aspectos de la novela. Distingue Foster,
basándose en criterios estilísticos, entre personajes planos,
dominados por una única cualidad que configura un rasgo dominante, y
personajes redondos, personajes en los cuales confluyen distintos
rasgos de personalidad.
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