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jueves, 10 de enero de 2013

Contexto histórico de la generación del Novecentismo y las Vanguardias (1914-1939)




El breve periodo de tiempo comprendido entre 1915 y 1939 resultará especialmente convulso tanto en lo literario como en lo político.
En menos de un cuarto de siglo Europa asistirá al estallido de la guerra europea (1914-1918), al triunfo de la revolución rusa (1917) y al ascenso del fascismo en Italia (1922) y en Alemania (1932).
España, como no podría ser de otro modo, se convertirá en un espejo que, a un tiempo, asimilará el reflejo de lo que ocurre más allá de sus fronteras y devolverá a Europa la imagen de las graves tensiones que experimentaba en sus propias carnes y, que pronto, el continente habría de sufrir.

Los últimos estertores de la Restauración (1915-1923)

La Restauración, desde el Desastre de 1898, venía acumulando una serie de tensiones que, aderezadas por la inestabilidad política que sufría Europa, desencadenarían conflictos de compleja solución. Esto provocará que el sistema de alternancia política, imperante desde 1875, se tambalee.
Sin duda, los problemas nacionales, tales como la expansión colonial en Marruecos; la existencia de un ejercito anticuado, con excesivos mandos y mal preparado; el aumento de la población proletaria, con una creciente toma de conciencia de clase, y el auge de los regionalismos, contribuyeron a inestabilizar al régimen pero, sin embargo, fue el estallido de la guerra europea en 1914 el acontecimiento que más influiría en el comienzo del fin de la Restauración.
La guerra europea supuso para España el surgimiento de un mercado exterior ávido de mercancías. Su neutralidad le permitía abastecer a ambos bandos, y los industriales y grandes terratenientes no dejaron escapar esta oportunidad. España experimentará en estos años un importante desarrollo, pero este no dejó sentir sus bondades en todas las capas sociales por igual. La oligarquía propietaria acumuló los beneficios, sin redistribuir los mismos entre los sectores más amplios de la sociedad española. De este modo no fue posible crear un mercado interno capaz de, terminada la guerra, asimilar la producción industrial que , desaparecida la demanda exterior, resultaba excesiva.
Como consecuencia del final de la guerra las tasas de desempleo experimentaron un importante incremento. Las masas de proletarios, cada día más concienciados y organizados, se enfrentarán al ejército y a los burgueses nacionalistas, los cuales, temerosos de perder sus privilegios, se opondrán a cualquier intento de avance social. La tensión aumentará hasta límites insoportables, desembocando en el llamado pistolerismo que asolará Barcelona entre 1919 y 1929.
La debilidad de los gobiernos liberales y conservadores que se alternaban en el poder, la creciente tensión social y los continuos fracasos en la campaña de Marruecos (el más significativo de los cuales sería el denominado desastre de Annual en 1921) se convertirán en los pilares sobre los cuales habría de elevarse, en 1923, la figura autoritaria del general José Antonio Primo de Rivera.  


La Dictadura de Primo de Rivera

En 1923 José Antonio Primo de Rivera da un golpe de estado y toma el poder al frente de un directorio militar que se mantendría en el gobierno hasta 1925, fecha en la que, manteniéndose Primo de Rivera en la jefatura del gobierno, lo sustituirá un directorio civil. 
El golpe de estado triunfa, entre otras razones, porque los gobiernos conservadores y liberales de la Restauración habían perdido su escasa legitimidad. Incapaces de acabar con el pistolerismo e inoperantes a la hora de aplacar las pretensiones obreras, el ejército, consciente de sus propios y graves problemas y contando con el apoyado de la burguesía conservadora, tomará el poder.
La idea original de Primo de Rivera era instaurar un sistema corporativista al estilo italiano que terminara con la política partidista anterior. Sin embargo, la dictadura nunca contó con el apoyo popular y consecuentemente con la necesaria legitimidad. Por otra parte, no supo dar solución a los problemas endémicos que venía sufriendo la sociedad española y esto impidió que el régimen se perpetuara.
El nuevo gobierno intentó pacificar los distintos grupos de presión otorgándoles beneficios y procuró congelar los conflictos sociales llevando a cabo una ambiciosa política de obras públicas.
Sin embargo, la crisis económica de 1929 evidenciaría las debilidades del régimen obligando a Primo de Rivera a poner su cargo a disposición de sus compañeros de gobierno, los cuales aceptaron su renuncia. El 30 de enero de 1930 el rey encargará la jefatura del estado a Dámaso Berenguer, quien intentará regresar a la situación anterior al golpe de estado, pretensión imposible de llevar a cabo pues la monarquía había malbaratado su legitimidad al apoyar el golpe de Primo de Rivera. A finales de este mismo año, en Jaca, los oficiales Fermín Galán y José García Hernández llevarán a cabo un frustrado golpe de estado republicano, evidenciando lo insostenible de la situación.
En febrero de 1931 el general Aznar sustituirá a Berenguer. Su mandato no llegará a los dos meses.



(El Golpe de Estado de Primo de Rivera por Arturo Barea. Texto.)

La Segunda República

Las elecciones municipales de abril de 1931 dan un importante triunfo a las partidos republicanos. El rey, ante la evidencia de la voluntad popular, abandona España y deja el gobierno en manos de un comité surgido de los llamados "Pactos de San Sebastián". Quedaba así instaurada de manera pacífica la Segunda República española.
La República, desde su origen, debió enfrentarse a graves problemas, consecuencia de su propio éxito. Por un lado, debía saber manejar a los sectores más reaccionarios de la sociedad española que miraban con recelo el nuevo sistema de gobierno. Por otro, debía lidiar con sus propios acólitos, sedientos de reformas estructurales que, en determinados casos, podrían resultar contraproducentes. Por si intentar conciliar recelos y esperanzas no fuera suficiente, la República debía enfrentarse al estallido de los conflictos sociales que durante la Dictadura habían permanecido latentes. 
El gobierno surgido de las elecciones constituyentes, de mayoría socialista y radical, no pudo o no supo llevar al parlamento los problemas sociales que se vivían en las calles del país. En poco tiempo, el gobierno, presidido por Azaña, hubo de enfrentarse al golpe de estado del general Sanjurjo y a la insurrección cenetista en Andalucía, la cual se saldaría con el brutal asesinato de los amotinados en Casas Viejas.
En 1933 ganarán las elecciones las fuerzas coaligadas de derechas (CEDA) dando comienzo a lo que se conocería como "bienio negro". Las posturas se radicalizaron en 1934 se produjo una intentona revolucionaria que sería duramente reprimida.
Los sectores más conservadores de la sociedad española, recelosos de una República que nunca habían visto con buenos ojos, confabularán para llevar a cabo un golpe de estado. Mientras tanto, se convocan elecciones en febrero de 1936, las cuales serán ganadas por el Frente Popular, coalición de partidos de izquierda. Las derechas no podían aguardar más.


La guerra civil

El 17 de Julio de 1936 el ejército de Marruecos se levantará en armas contra la República, al día siguiente lo harán diferentes guarniciones en la Península quedando, de este modo, España dividida en dos zonas enfrentadas militarmente. Castilla la Vieja, León, Galicia, parte de Andalucía y de Aragón, La Mancha, Navarra, Álava, Guipúzcoa, las islas y el protectorado marroquí cayeron en manos de los sublevados, estabilizándose los frentes en la sierra de Madrid, la cornisa cantábrica y Aragón. 
Las fuerzas nacionales, nombre que recibieron los sublevados bajo el mando del general Francisco Franco, gozaron en todo momento de una mayor organización y mejores medios, lo cual resultaron decisivos en el transcurrir de la guerra.
El bando republicano, desorganizado y dividido, carente del apoyo de las potencias democráticas europeas, no pudo resistir el empuje militar del bando nacional.
La guerra finalizaría, tras la toma de Madrid por las fuerzas franquistas, el 1 de abril de 1939. Comenzaba una dura y larga posguerra.

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