Definición y clase
Denominamos sufijos apreciativos a aquellos que se añaden a una base para expresar una valoración que se hace de las personas o de las cosas designadas. Además, pueden expresar una cualidad objetiva, generalmente relacionada con el tamaño, que se asocia al referente.
Se considera a la derivación apreciativa un proceso derivativo pese a compartir una serie de rasgos con la flexión. Por ejemplo, como esta tiene un carácter productivo y de regularidad. Estas características hacen que los términos creados mediante este tipo de proceso estén excluidos de los diccionarios. Igual que como ocurre con la flexión, los sufijos apreciativos tampoco varían la categoría de la base a la cual se adjuntan e igualmente pueden seguir a otros sufijos en la derivación.
No obstante, los acerca a los afijos derivativos el hecho de que esta clase de afijos solo pueden ser seguidos por los afijos de plural. Del mismo modo, la sufijación apreciativa puede dar lugar a significados especiales de la base, cualidad que nunca aportan los sufijos flexivos. Por último, los sufijos apreciativos tienen un significado léxico y no meramente gramatical.
Es una característica exclusiva de los sufijos apreciativos la posibilidad de concadenarse varios de ellos con idéntico significado en una misma palabra (chiqu-it-ico).
Tradicionalmente se distinguen tres tipos de sufijos apreciativos: diminutivos, aumentativos y despectivos. Esta última clase se cruza con las dos anteriores pues muchos de los sufijos que se incluyen en la misma pueden ser también diminutivos o aumentativos.
Características de los sufijos apreciativos
Como hemos visto, los sufijos apreciativos no varían la categoría gramatical de la base léxica a la cual se suman. Esto ha provocado que se dejen fuera de la nómina de sufijos apreciativos aquellos que aún contando con cierto matiz apreciativo contribuyen a formar palabras de una categoría diferente a la de su base. Ocurre esto con -ón, que crea sustantivos deverbales de acción o efecto, o con -oso (20), que resulta bastante productivo en la creación de sustantivos derivados.
Se asimilan parcialmente a los apreciativos aquellos sufijos que se añaden a adjetivos de color para dar una idea de aproximación (verdoso, negruzco, amarillento).
No se consideran apreciativos, pese a no variar la categoría de la base, el sufijo -isimo ni los que encontramos en verbos frecuentativos como besuquear, canturrear...
Algunos sufijos apreciativos cambian el género de la base. Sucede con -ón (cuando hablamos del sufijo apreciativo y no de un sufijo de derivación nominal de acción o efecto) (la mancha>el manchón, la película>el peliculón). En otros casos, como ocurre con el sufijo -ín, la variación del género sólo se produce en aquellos casos en los que el término está plenamente lexicalizado (violín, maletín). En otros casos, cuando se produce cambio de género, no nos encontramos ante un verdadero sufijo apreciativo. Es lo que ocurre con -azo (cochazo, madraza), que no es un sufijo de este tipo en flechazo o escobazo.
Los sufijos apreciativos reciben el acento de la palabra. Esto implica que nos encontraremos con derivados apreciativos agudos cuando el sufijo empleado sea -ín o -ón. En el resto de los casos la palabra derivada será siempre llana.
Esta característica provoca que se produzcan alteraciones en las voces que contienen diptongos. Tendremos de este modo viejito pero también vejete, pueblito pero igualmente contaremos con una forma no diptongada poblacho.
Restricciones en la aparición de los sufijos apreciativos
No todas las palabras admiten la adición de sufijos apreciativos. Entre las causas podemos considerar las fonéticas, categoriales o semánticas.
Desde el punto de vista fonético no admiten estos sufijos las palabras terminadas en -i, -u, -ó y -d.
Si tenemos en cuenta la categoría gramatical de la base, suelen ser más receptivos los sustantivos y los adjetivos. Lo son en menor medida los adverbios (rapidito), las formas de gerundio (callandito), algunas interjecciones (ojito, hasta lueguito) y ciertos cuantificadores (nadita, poquito, todito).
Desde el punto de vista semántico los adjetivos de relación no se combinan con estos sufijos. En los sustantivos son los contables los que de manera general suelen aceptar con mayor facilidad los sufijos apreciativos. Igualmente, los sustantivos que sugieren interpretaciones físicas o materiales tienden aceptar estos sufijos con mayor naturalidad que los que apuntan significados más abstractos.
Transparencia y opacidad en la sufijación apreciativa
Las palabras derivadas mediante sufijación apreciativa se dividen en dos clases según sea posible o no establecer de manera clara el significado de la base y del sufijo. Cuando esto es posible, es decir, cuando en un derivado es posible deducir que su significado es el resultado de unir al significado de la base el aportado por el sufijo, nos encontramos con derivados apreciativos de significado transparente, en el caso contrario, tal y como ocurre con cigarrillo, cinturón, estribillo, flequillo, abanico... nos encontramos con derivados apreciativos opacos o lexicalizados.
Estos conceptos son nociones graduales, y si bien un buen número de hablantes puede distinguir el origen de ciertos derivados lexicalizados, no ocurre lo mismo con muchos otros, máxime si, como ocurre con voces como abuelo, abeja o lenteja el sufijo ya se aplicaba en latín.
La cuestión parece complicarse cuando un mismo sufijo puede dar lugar a pares de derivados, uno transparente y otro opaco (Luisico-abanico), y mucho más cuando un mismo derivado puede dar lugar a dos posibles interpretaciones, una transparente y otra opaca (monjita). Además, dada la posibilidad, propia de los apreciativas, de que estos sufijos aparezcan concatenados en una misma palabra, es muy probable que encontremos dos sufijos apreciativos seguidos, el uno opaco y el otro transparente (flequ -illo-te)
No hay comentarios:
Publicar un comentario