Adecuación entre grafía y pronunciación
Este principio supone que en la escritura deben registrarse todos los fonemas que se articulen en la pronunciación y, al mismo tiempo, pronunciarse en la lectura todos los grafemas que aparezcan representados por escrito. Este principio debe tomar como referencia siempre la pronunciación culta estandar.
A lo largo de la historia de la ortografía española este principio ha inspirado diferentes reformas:
- Reducción de los grupos consonánticos etimológicos: psalmos>salmos.
- Desaparición, en ciertos casos de la h etimológica muda: HARPYIA>arpía o harpía
- Aceptación de pronunciaciones dialectales: bailaor.
Correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas
Cada grafema debería representar solamente un fonema y cada fonema debería ser representado solamente mediante un grafema. Es evidente que este principio cuenta en castellano con evidentes y engorrosas excepciones. No obstante, se trata de un principio que ha estado muy presente a lo largo de la evolución del sistema ortográfico del castellano, como por otro lado atestiguan las sucesivas reformas y criterios aplicados en este sentido:
- Supresión de "ç" y de "ss".
- Adopción de préstamos adaptando la grafía en contra de la etimología: biquini.
Atención a la etimología
Los dos anteriores criterios y el presente han establecido a lo largo de la configuración del sistema un curioso juego de tensiones que ha llevado o los estudiosos ha decantarse a favor de unos o de otro. Sin embargo, en el caso del español, este criterio ha tenido menos peso que en otras lenguas. Este supone que en la escritura de las palabras debe conservarse, al menos en cierta medida, la forma gráfica del étimo. Así, en castellano, se conserva el grupo consonántico etimológico "ps" (contra lo establecido por el primer criterio) en ciertas palabras aunque se pronuncie como una consonante oclusiva bilabial sorda /p/.
Uso constante
El uso constante de una determinada grafía puede servir como aval suficiente como para que la misma se conserve. Esto puede suceder tanto en casos en los que la grafía guarda relación con el étimo como para aquellos en los que el resultado es antietimológico: abogado.
Diferenciación de homónimos
Se trata de un principio poco productivo que procura mantener las diferencias gráficas siempre y cuando estas, pese a violentar alguna norma ortográfica de carácter general, colaboren a evitar la homonimia. El caso más evidente es el que conforma el uso de la tilde diacrítica.
Analogía
La aplicación de este principio debe ser posterior a cualquier otro. Supone que las variantes flexivas de una palabra, o las que comparten una misma base léxica, han de compartir idéntica configuración gráfica de los elementos que comparten. Este principio dejará de aplicarse cuando entre en conflicto con una norma de carácter general.
Unidad ortográfica
Implica que la representación gráfica de una lengua debe ser igual en todos sus hablantes y en todo su territorio, con independencia de las variantes que puedan producirse en la misma por razones geográficas, socioculturales o personales.
Todos los demás principios quedan supeditados al presente.
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