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lunes, 12 de noviembre de 2012

Fuentes y sentido del Libro de buen amor


Fuentes

El carácter proteico del Libro de buen amor explicará el gran número y heterogeneidad de fuentes que su autor empleará. No obstante, Juan Ruiz no se limitará a traducir sin más las obras que le servirán de inspiración, sino que en la línea de los autores del "mester de clerecía" del siglo XIII, las reelaborará adaptándolas del modo más conveniente a su intención creadora. En no pocas ocasiones el autor del Libro manipulará humorísticamente sus fuentes, característica que, unida al retorcimiento de formas y moldes, bien podría incluir esta obra en el seno de un hipotético manierismo medieval.
Buena parte de los materiales empleados por Juan Ruiz se los proporcionará directamente su profesión. El cargo de arcipreste suponía lógicamente una formación en las llamadas ars praedicandi, sobre todo en el manejo de la retórica propia del sermón popular. Este tipo de discurso era empleado por el párroco desde el púlpito a la hora de adoctrinar a los feligreses. Era común que a la hora de la prédica el sacerdote explicara a los fieles alguna cuestión moral ayudándose de un ejemplo, normalmente narrado en primera persona. Tanto los sermonarios de la época como los tratados morales de la Iglesia contaban con un importante número de ejemplos. Juan Ruiz no dudará en utilizar esta tipología textual directamente en su obra (Un ejemplo lo encontramos en la oración inicial que se basa, según Blecua, en el sistema moderno del sermón), sin embargo, lo más importante, es que a lo largo de toda la obra, con sus múltiples ejemplos y cuentecillos incrustados, resulta evidente la deuda con esta retórica.
No obstante, si podemos ver en el sermón popular la base para una estructura de los materiales, así como el empleo de una voz narrativa determinada, es posible rastrear el origen de muchos de estos cuentos o ejemplos en documentos ajenos, al menos en parte, al ámbito eclesiástico. De este modo, serán varias las colecciones de cuentos empleados por el autor del Libro, entre las que tal vez destaque el Isope, obra muy conocida en la época que recogía las fábulas de Esopo. No obstante, Juan Ruiz empleará también materiales provenientes de la tradición oriental, que habían sido recientemente traducidos al castellano en las obras conocidas como el Sendebar y el Libro de Calila e Dimna.
Otra importante fuente del Libro serán tanto las Sagradas Escrituras como los catecismos de la época, que le servirán al autor para incluir en el texto un completo manual de confesión, himnos devotos, un breve catecismo y numerosas oraciones.
Sin duda el texto también muestra evidentes deudas con obras clásicas. Entre estas la crítica ha llamado la atención sobre las relaciones, tanto puntuales como de carácter general, que el Libro de buen amor guarda con el Ars Amandi de Ovidio. Relacionada con esta se encuentra la utilización paródica de las comedias elgiacas atribuidas a Ovidio (realmente son del siglo XII) De Vetula y Pamphilus. En relación con la primera de ellas Blecua estableció que podría proporcionarle al poeta el arquetipo de la autobiografía amorosa, mientras que la segunda constituye un fuente reconocida por el propio autor para el episodio de don Melón y doña Endrina.
Dentro de la literatura europea en lengua latina también tendrán un peso específico tanto el Remedia amoris como el De Amore, de Andreas Capellanus. Esta obra, escrita en el siglo XII, emparenta directamente con los preceptos del amor cortés y su diferenciación entre el amor purus (amor a Dios y el amor honesto a una mujer) y el amor mixtus (amor pecaminoso) podría estar en la base de la dicotomía entre buen amor y loco amor presente en el Libro.
Nuestra autor también utilizará como fuentes obras pertenecientes a las nacientes literaturas romances. Así, el molde y la temática de los episodios de las serranas o la materia para el episodio de la batalla entre don Carnal y doña Cuaresma parecen tener antecedentes claros en esta jovencísima tradición. Concretamente para este último pasaje la crítica ha identificado como fuente más que posible el Fabliau de la Bataille de Caresme et Carnage, obra del siglo XIII escrita en francés y de autor anónimo.
Otra fuente de materiales en absoluto desdeñable lo conforma las composiciones goliardescas. Los goliardos eran estudiantes o clérigos que habían abandonado universidades o monasterios y se dedicaban a recorrer los caminos recitando poemas que exaltaban los placeres terrenales o parodiaban composiciones conocidas de carácter culto o religioso. Dentro del Libro tanto la Cantiga Cruz cruzada, la parodia de las horas o la Cantiga de los Clérigos de Talavera evidenciarían importantes deudas con este tipo de composiciones.
Finalicemos recordando que para un sector de la crítica la obra presentará también deudas con las literaturas escritas en árabe y en hebreo. Fue Maria Rosa Lida del Malkiel quien estableció las maqamat como el molde del cual Juan Ruiz se serviría para desarrollar la idea de la autobiografía amorosa como hilo conductor del texto. En una línea semejante se moverá Américo Castro, para quien el Libro establece parecida relación con la obra escrita por Ibn Hazn de Córdoba El collar de la paloma. Estas relaciones, aunque sugerentes y en ciertos aspectos interesantes, no han sido admitidas de manera general por la crítica.

Sentido

Tradicionalmente la crítica se ha movido entre dos posibles interpretaciones del Libro de buen amor.
Para un sector de esta la intención última del Libro es de carácter didáctico. De este modo el autor sería totalmente sincero en las afirmaciones que al respecto realiza en el prólogo y en el epílogo de la obra. Es cierto que en este caso el delectare puede resultar mucho más atractivo que el docere, pero si bien nos fijamos, aquel incauto que acuda al Libro con la pretensión de aprender a enamorar a una mujer se llevará un buen chasco. Como argumenta convincentemente Alberto Blecua, las enseñanzas que don Amor le imparte al arcipreste protagonista apenas le alcanzan para enamorar a una dama que se muere y a una monja con la que establece una relación platónica. En el resto de los casos el fracaso es la nota general. Por lo demás, mientras ese incauto lector busca en el texto la senda del loco amor, ha digerido, como quien no quiere la cosa, una reflexión sobre la muerte, una colección de obras pías y, en suma, un catecismo. De este modo, las aventuras del arcipreste debían ser leídas como un ejemplo de lo que no debería hacerse, algo tan común, por otro lado, en los sermones populares.
Otro sector de la crítica, entre los que cabría incluir a Américo Castro, Sánchez Albornoz y en cierta medida a Menéndez Pidal, ha mantenido que lo que destaca en la obra es la intención lúdica, atribuyendo a su autor un carácter cínico y paródico. Desde este punto de vista, Juan Ruiz se esconde tras una careta moralista para atacar las bases mismas de la literatura didáctico-doctrinal, presentando un manual para alcanzar el buen amor, que en este caso no debería leerse como amor a Dios, sino que debería entenderse como amor terrenal y carnal.
Actualmente se acepta de manera casi unánime el carácter didáctico de la obra, si bien no se deja de reconocer el uso paródico de ciertos materiales y el papel fundamental que el humor desempeña a la hora de endulzar la píldora moral que el público objetivo del Libro debía tomarse. 


Algunos documentos multimedia relacionados con el Libro de buen amor


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