Junto con el ensayo, el
teatro se convertirá en el género predilecto de los literatos
hispanos durante el siglo XVIII. Esto será así porque su evidente
función catártica lo convertía en una poderosa herramienta de
transformación social.
En su conjunto se
tratarán de obras de marcado carácter didáctico que buscarán
ensalzar aquellos principios que habían de regir la conducta humana:
el decoro, la virtud y la rectitud moral.
Teniendo en cuenta este
ideario las obras que durante la primera mitad del siglo XVIII se
representaban en los teatros españoles con un considerable éxito de
público serán juzgadas con severidad. Se tratarían en su inmensa
mayoría de obras que se afanaban por perpetuar el modelo teatral
barroco complicando la intriga y aumentando los efectos escénicos.
Contra este teatro alzaría la voz Luzán en su Poética,
iniciando una reacción contra
el mismo que culminaría con la prohibición expresa de los autos
sacramentales por parte de Carlos III.
No
obstante, también durante la primera mitad del siglo algunos
autores, como Antonio Zamora, No hay plazo que no se cumpla
ni deuda que no se pague,
anticiparon los presupuestos teóricos del nuevo teatro neoclásico.
En estas obras es apreciable el esfuerzo por intentar concentrar el
espacio y el tiempo así como procurar la unificación del estilo.
Ya
durante la segunda mitad del siglo XVIII triunfará sobre las tablas
un teatro plenamente neoclásico. En estas obras la preceptiva de
Luzán, que preconizaba el regreso a las tres unidades (Tiempo,
espacio y acción), así como la unidad de estilo, se desarrollará
plenamente.
Básicamente
nos encontramos en este teatro con tragedias y comedias. Las primeras
estarían influidas por el teatro de Racine y Corneille, mientras que
las obras de talante cómico mostrarían importantes deudas con el
teatro del también francés Moliere.
Las
obras trágicas se centrarán en censurar la conducta de los sectores
dirigentes, ya fueran reyes o personajes principales. Este
planteamiento, así aconsejado por Luzán, acrecentará el carácter
didáctico de las composiciones que tendrán un evidente matiz
ejemplarizante.
Los
temas de estas composiciones suelen ser históricos y se encuentran
imbuidos de una ideología de carácter liberal. Sus personajes
responden a prototipos de las clases dominantes que deben enfrentarse
a múltiples adversidades de las cuales saldrán siempre victoriosos
gracias a ssu virtud, nobleza y patriotismo.
Entre
los autores trágicos más destacados podemos incluir a Nicolas
Fernández de Moratín, Guzmán el bueno, o
Gaspar Melchor de Jovellanos, Pelayo.
También
funcionan como prototipos, en esta ocasión extraídos de la
burguesía, los personajes de las comedias. Es posible advertir en
estas obras una leve crítica hacia esta clase social aunque, en la
mayoría de los casos, la crítica nunca es hiriente y solamente
busca el didactismo.
No
podemos dejar de citar entre los autores cómicos de este periodo a
Leandro Fernández de Moratín, autor de enorme éxito que bajo el
influjo de Moliere se convertiría en el dramaturgo más importante
del momento. La mayoría de sus obras se ambientarán en un paisaje
urbano en el que sus figuras desarrollarán conflictos de carácter
moral que pretenderán provocar una reforma efectiva de la sociedad.
Entre sus obras más celebradas contamos con El
sí de las niñas,
La mojigata o
La comedia
nueva.
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