Las
primeras reflexiones que encontramos sobre la existencia de los
géneros las encontramos en la Antigua Grecia. No obstante, ya desde
este primer momento la cuestión parecía resultar compleja. Ya
Platón en su República
se
muestra ambiguo al establecer una clasificación de los mismos en su
libro tercero y negar su existencia en el libro décimo. Para este
autor, la poesía, término empleado para referirse a la literatura,
equivalía aproximadamente al concepto de narración. Bajo su punto
de vista la poesía podía ser mimética, como la que se produce en
el teatro; no mimética, como la que encontramos en la lírica o
mixta, como la que se produce en la epopeya.
Sin
embargo, será su discípulo Aristóteles el encargado de establecer,
sin duda sin pretenderlo, la clasificación más productiva de los
diferentes géneros literarios. Aristóteles en su Poética
no
se ocupará realmente de la clasificación de las diferentes obras
literarias en distintos géneros. Su propósito real era descubrir
cómo se articula en la literatura la imitación (mímesis) en
función de los parámetros que la determinaban. Así, bajo su punto
de vista, las obras literarias imitaban la realidad en función del
objeto a imitar y del modo de imitar. Si el objeto eran personas de
alta condición o dioses el resultado podía ser la tragedia o la
epoya, dependiendo de si los personajes se mostraban directamente o
su voz estaba mezclada con la del poeta. Si en cambio el objeto eran
personas de baja estracción los resultados podían ser la comedia o
el drama.
Por
último, crucial en el desarrollo de los géneros literarios durante
la Antigüedad Clásica sería la figura de Horacio. Su Epístola
a los Pisones sistematizaría
un sistema poético cuyas repercusiones serían cruciales durante los
siglos XVI, XVII y XVIII. Para Horacio resultaría indispensable
evitar el hibridismo y mantener el tono adecuado a cada composición,
es decir, la correspondencia entre la forma externa y el contenido
del texto. Bajo su punto de vista existirían una serie de géneros
dramáticos: tragedia, comedia, drama, frente a unos géneros no
dramáticos: epopeya, elegía, lírica y yambica.
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