Tras la asimilación por parte de la población peninsular de la lengua latina y su posterior evolución, la naciente lengua recibirá el influjo de otros códigos lingüísticos que contribuirán positivamente a la configuración de la lengua tal y como hoy la conocemos. Obviamente, el repaso que se presenta a continuación es meramente orientativo, pues el influjo producido por otras lenguas se mantiene hasta el día de hoy.
Superestrato germánico
Con la caída del Imperio Romano en el siglo V pueblos del norte, de origen germánico, ocuparán el sector occidental del mismo. Con este hecho se acentuarán las diferencias lingüísticas al quedar los territorios ocupados por diferentes pueblos germánicos aislados unos de otros, iniciándose así las divergencias lingüísticas que darán origen a las distintas lenguas romances.
No obstante, como apunta Rafael Lapesa, Historia de la Lengua Española, estos pueblos estarían considerablemente romanizados, lo que explica que en la mayoría de los casos no se produjera una sustitución lingüística si no una influencia.
Entre los pueblos germánicos que tendrían presencia en la Península estarían los vándalos o los suevos. Los primeros, asentados en el sur peninsular, serían rápidamente superados por los bizantinos. Los suevos por su parte, que ocuparían el norte, serían sustituidos por los visigodos, pueblo originario del sur francés que tras ser expulsado por los francos se asentarán en el territorio hispano. En el 507 los visigodos dejarán su capital en Tolosa para situarla primero en Barcino y más tarde en Toletum, ya en territorio peninsular.
El influjo lingüístico de los visigodos fue relativo, quedando muestras del mismo tanto en la antroponímia, como en la toponímia (Toro). En el resto de los ámbitos su influjo se circunscribe a determinados ámbitos como el de la guerra (estaca, aspa, espía) o la agricultura.
Superestrato árabe
En el año 711 d.C. tropas musulmanas cruzarán el estrecho de Gibraltar ocupando casi todo el territorio en un periodo de tiempo relativamente breve, manteniéndose en el norte pequeños territorios cristianos.
Los primeros invasores eran en su mayoría de origen bereber y darán comienzo a un proceso de islamización que no estaría concluido hasta el siglo X. No obstante, no se produciría una completa sustitución lingüística sino que, la nueva situación socio-político, provocó un complejo fenómeno diglósico.
Así, en el territorio ocupado por los musulmanes, se mantuvo una población que utilizaba el mozárabe, una lengua de base romance. En este mismo territorio, la población musulmana emplearía un árabe hispano, de carácter popular, que se opondría al árabe clásico empleado en el ámbito de la cultura.
Por su parte, en el norte, los diferentes reinos darán origen a lenguas diferentes de base romance al tiempo que mantendrán el uso del latín para los ámbitos propios de la cultura, la religión o la administración.
A esta diversidad lingüística cabría añadir la presencia en todo el territorio de hablantes de la lengua hebrea que la emplearían, principalmente, como lengua de cultura y en la liturgia.
Entre las influencias lingüísticas más reseñables de la lengua árabe podemos mencionar la presencia del sufijo “-í” para denotar procedencia, la lexicalización y gramaticalización del artículo “al/a” y la influencia, según Menéndez Pidal, Manual de Gramática Histórica del Español, en la palatalización del fonema fricativo alveolar sordo en posición inicial “SALONEN>jalón”.
No obstante, donde más significativo resultó el influjo del árabe fue en el léxico: “mezquino”, “alcalde”, “atalaya”.
Otros influjos
Otras muchas lenguas han influido en la evolución del castellano. En general, estas influencias se han centrado en el léxico.
De este modo, es posible rastrear el influjo de la lengua francesa en la lengua castellana, los denominados galicismos. Desde la Edad Media encontramos términos como “mansión”, “hotel” u “homenaje”.
Otras lenguas europeas han influído en el léxico del castellano: el italiano: “belleza”, “fachada”, “florín”; o del inglés, los denominados anglicismos: “módem”, “ratón”, “camping”.
Otra importante fuente de vocablos serían las lenguas amerindias precolombinas, que, tras la llegada de los españoles a América, contribuirán a incrementar considerablemente el caudal léxico del idioma.
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