Podemos intentar definir
la literatura desde una perspectiva maximalista afirmando que la
literatura es una expresión verbal. Este planteamiento, que sin
lugar a dudas podría resultar exagerado, es el adoptado por
Benedetto Croce, Estética como ciencia de la expresión y
lingüística general, para el
cual toda expresión verbal es susceptible de ser considerada como
literatura.
Más
restrictivo se muestra en cambio Kurt Spang, Los géneros
literarios, quien considera
necesario establecer una serie de rasgos distintivos de la expresión
verbal susceptible de transformarse en una obra literaria. Bajo su
punto de vista, la expresión verbal literaria debe contar con una
necesaria complejidad estructural y con suficiente densidad
estilística. No obstante, tras considerar el problema con
detenimiento, el propio Spang llega a la conclusión de que ambas
características, que efectivamente se dan en los textos literarios,
no resultan privativos de los mismos. Consecuentemente, se precisa
una tercera característica que los distinga del resto de textos
estructuralmente complejos y con una densidad estilística pareja. La
respuesta la encuentra Spang en el carácter ficcional de los textos
literarios. En su opinión este tipo de textos, pese a contar con un
anclaje en el universo de lo real, ficcionalizarán la realidad
creando una nueva solo existente en el universo de lo literario.
Resulta
evidente que dependiendo del punto de vista adoptado con respecto a
la literatura será diferente la consideración que se tenga
respecto a los géneros literarios. Ya Adrián Marino, “Towards a
definition of literary genes”, resalta la polémica que,
especialmente desde el Romanticismo, se ha desatado sobre la
pertinencia de este modelo clasificador.
Para
algunos autores, entre ellos el citado Benedetto Croce, los géneros
realmente no existen. Su uso no implica más que la utilización de
eficientes y efectivos esquemas organizativos que no responden a más
realidad que la operatividad metodológica de la teoría literaria.
No
obstante, frente a esta postura, otros autores han defendido la
existencia de los géneros. Así, partiendo de la clasificación
aristotélica de los mismos, Tzveran Todorov considera que los
géneros literarios son resultado de la misma naturaleza de las obras
literarias. Así, serán los mismos acontecimientos en los que se
enmarca el proceso creativo los que determinen el surgimiento de un
género literario. Cuando este modelo se repite, siempre bajo unas
circunstancias que resulten propicias, dará lugar a su
institucionalización y, consecuentemente, surgirá el género
literario.
Al
respecto señalará Lázaro Carreter, Estilo barroco y
personalidad creadora, que este
proceso es igualmente válido para explicar el surgimiento de los
subgéneros literarios. Es cierto, admite Carreter, que en un momento
dado la invención de un determinado subgénero puede deberse a una
personalidad genial pero, continúa Carreter, la genialidad radica en
la intuición que permite interpretar las circunstancias históricas
y estéticas de un momento e integrarlas en un modelo literario que,
precisamente por ello, triunfa y se perpetúa.
Con
todo, consideramos que el género literario existe y con Staiger,
Conceptos fundamentales de poética, admitimos
la existencia de tres formas literarias naturales: dramática,
narrativa y lírica.
Finalmente,
podremos definir a los géneros con Wellek y Warren, como la
clasificación de las diferentes obras literarias en función de su
forma externa e interna.
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