Durante el siglo XIX España atravesará una convulsa situación socio-política. Estas circunstancias explicarán la especial vitalidad del género ensayístico durante este periodo. En él los intelectuales hispanos encontrarán un espacio privilegiado donde debatir sus diferencias ideológicas. Entre aquellas que presentarán una mayor virulencia estarán las que mantendrán los partidarios de la modernidad frente a los defensores de la tradicionalidad hispana.
De igual modo, el estilo sencillo preconizado durante el siglo XVIII será sustituido por un estilo más oratorio, cargado de frases largas, referencias cultas y el empleo de un tono elevado en general. Estas obras se mantendrán a medio camino entre el periodismo, que durante este siglo experimentará un extraordinario auge, y los estudios especializados.
Primera mitad
Durante la primera mitad del siglo XIX el cuadro de costumbres experimentará un notable desarrollo lo que provocará que, durante este periodo, las obras más significativas del género ensayístico formen parte de este subgénero. Así, para Ricardo Navas, Romanticismo español, historia y crítica, el autor de estas obras se convertirá en un auténtico censor que criticará de manera despiadada todos y cada uno de los aspectos no deseables de su sociedad.
Estas obras, al igual que todo ensayo literario, se caracteriza por carecer de trama argumental. Sus temas preferidos son de carácter político, económico o social y el tratamiento de estos temas se aproxima al tono filosófico.
Los autores más reseñables de este tipo de obras serán Eugenio Tapia, Sebastián Miñano o Mariano José de Larra,, quien publicará sus obras bajo el seudónimo de el Duende o El pobrecito hablador.
Segunda mitad
La segunda mitad del siglo XIX se caracterizará por el enfrentamiento de dos concepciones opuestas a la hora de entender la idiosincrasia nacional así como la determinación del camino que habría de tomar el pueblo español a la hora de dar solución a sus problemas.
Así, para un sector de los intelectuales hispanos, la solución a los males patrios se encontraba en un conservadurismo de corte tradicionalista. De tal opinión serán estudiosos como Marcelino Menéndez Pelayo, defensor a ultranza de un militante nacionalismo de base ultracatólica en Historia de la heterodoxos españoles, o Jaime Balmes, quien en El protestantismo comparado con el catolicismo ejercerá de pensador católico con una clara intención divulgativa.
En oposición frontal al catolicismo tradicionalista se manifestarán un conjunto de intelectuales liberales que seguirán el ideario de Friedrich Krause. Este autor propondría una religiosidad de base racional alejada de la concepción en ocasiones excesivamente pasional y emotiva que se preconizaba desde las filas conservadoras.
Este ideario, de fuerte impronta pedagógica, se concretará en la Institución Libre de Enseñanza, innovadora entidad pedagógica que buscaba la formación integral de sus alumnos. Para ello, desde una perspectiva ética, se plantearía un sistema de aprendizaje alejado de la pura memorización de saberes y de base empírica.
Entre los autores que formarían parte de este grupo es necesario mencionar a Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución y magnífico pedagogo que daría a las letras hispanas ensayos tan valiosos como Educación y enseñanza.
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